Como profesional en el campo de la educación que acompaño a familias también a través de la tecnología, me encuentro constantemente navegando en el delicado equilibrio en mi forma de vida, entre conectar con el mundo digital y mantener relaciones familiares saludables.
Además, añado esta reflexión personal a la situaciones que observo en las familias con la relación con los hijos y los dispositivos digitales. Y muy a menudo, actúan como chupetes digitales temporales.
No hay restaurante que vea un niño comiendo sin el móvil. También de escuchar cada vez más momentos de estar niños solos en casa, desde la indicación directa de los padres de recurrir a la tecnología para cubrir ese momento. Ojo, confieso ante ti, que yo también en algún momento de trabajo, lo he tenido como comodín en algún momento con mis hijos. Eso sí, siempre o la mayoría de las veces, como último recurso a usar con condiciones y límites de tiempo, porque antes, está limitado a usar otras fuentes de entretenimiento por ellos mismos.
Y es que es muy tentador para todos, tener un momento de calma, de fantasía de tener todo bajo control, de querer “asegurar” que no van a hacer nada de peleas entre hermanos o demás conflictos o acciones de riesgo en una casa o lugar. Muchas tentaciones que pueden influir profundamente en su desarrollo emocional y en nuestras relaciones con ellos. Mucha mirada al corto plazo y descuidando la afectación del largo plazo.
Así que desde este yo admito que, en momentos, también he caído en la comodidad de usar la tecnología como una vía de escape, tanto para mí como para mis hijos, me comprometo ante ti, a recalibrar mi relación con estos dispositivos para ser un mejor modelo a seguir. ¿Te animas a unirte a mi compromiso? Te los comparto desde mi argumentación.
El espejo tecnológico: Reflejando nuestros hábitos.
Los dispositivos móviles son como espejos que reflejan nuestras propias prácticas y dependencias. A menudo, los adultos utilizamos la tecnología como una herramienta de escape. Tiempo en Neflix, Instagram, Whatsapp.
Pero en muchos momentos, ¿qué mensaje estamos enviando a nuestros hijos? Cuando ellos nos ven sumergidos en nuestros teléfonos, aprenden que también esa es la forma de interactuar con el mundo.
Así es como la tecnología también se convierte en un chupete digital, una solución rápida para evitar enfrentar y procesar emociones incómodas como la frustración, el aburrimiento o la tristeza.
Como profesional y madre, me comprometo a cambiar este patrón, entendiendo que la tecnología, aunque útil, no debe convertirse en un chupete digital que evite enfrentar y procesar nuestras emociones. Amplío mi propio tiempo fuera de las tecnologías para estar más conmigo misma y con los de alrededor.
Cultivando jardines sin pantallas: Habilidades fuera del mundo digital.
Antes incluso de comenzar a considerar la edad adecuada para dar un móvil a un niño, también es vital preguntarse: ¿Ha desarrollado habilidades necesarias para manejarlo responsablemente?
Estas habilidades incluyen la auto-regulación, la empatía y la capacidad de interactuar y comunicarse efectivamente sin una pantalla de por medio.
Importante saber que por características del desarrollo de un niño y hasta un joven menor de 18 años, estas habilidades no terminan de desarrollarse. En estas edades, están creando una base de desarrollo cerebral, el neocortex, la parte ejecutiva del pensamiento con la que más tarde creará verdaderos equipos eficaces con las emociones y reacciones. Mientras se va produciendo este desarrollo, es de vital importancia la ayuda desde el acompañamiento de un adulto. Sólo así, tu hijo podrá conseguir, gestionar emociones incómodas como es la ira y enfado.
Así que fomentar estas habilidades implica conocer cómo se desarrollan, qué necesitan de ti y de invertir tiempo en actividades que no dependan de la tecnología, como juegos al aire libre, lectura conjunta o proyectos creativos.
Me comprometo a tener tiempos bloqueados para jugar con mis hijos sin nada de tecnología presente, ni llamadas, ni respuestas a whatsapp.
Diálogos reales en un mundo virtual: Compromiso con la comunicación.
Una gran base de una relación saludable entre padres e hijos es la comunicación efectiva. Es el corazón de la relación. Considero esencial este diálogo constante para preparar a los niños para el mundo digital.
Inciso: hablar no es interrogar y que los hijos respondan a tus preguntas. Hablar es conversar, hablar y escuchar, preguntar, reflexionar, compartir, y sobre todo, escuchar activamente.
Me comprometo a mantener momentos cuidados para conversar con mis hijos sobre sus experiencias. Este compromiso también implica hablar abiertamente sobre el papel de la tecnología en nuestras vidas, sus beneficios y riesgos, asegurándome de que experimenten que la tecnología es una herramienta, no un sustituto de las relaciones humanas.
Estableciendo límites con Amor y Firmeza.
Los límites son fundamentales en cualquier aspecto de la crianza, y con la tecnología no es la excepción. Establecer reglas claras para el uso de dispositivos, como horarios específicos para su uso y zonas libres de tecnología en la casa, nos ayuda a todos a entender que aunque la tecnología es accesible, su uso debe ser equilibrado y consciente.
Estos límites, impuestos con amor y firmeza, no solo son una lección para mis hijos, sino también un recordatorio personal de la importancia de valorar el tiempo en familia y desarrollar autocontrol.
Me comprometo a marcar mis horarios para responder whatsapp y a ir a la cama sin el móvil.
Conclusión:
Educar en la era digital es un desafío constante, y como profesional y madre, me encuentro en un proceso de aprendizaje continuo. A través de un enfoque consciente y estrategias claras, busco guiar a mis hijos por el laberinto de la tecnología, recordándoles y recordándome a mí misma que, aunque los dispositivos pueden ser herramientas útiles, no deben reemplazar las experiencias humanas esenciales ni el cuidado de mi misma.
El equilibrio es la clave: usar la tecnología de manera consciente y enseñar a nuestros hijos a hacer lo mismo, es mi gran compromiso.
¿Te unes?