Desde que son muy pequeños, los niños demuestran una capacidad innata para la curiosidad. Miran con asombro, tocan todo, hacen preguntas incansables y se mueven constantemente explorando el mundo que los rodea.
Estas acciones, que a veces pueden causarnos incomodidad, son esenciales para su desarrollo. Sin embargo, para que esta curiosidad se convierta en un recurso poderoso para el aprendizaje, debe ser acompañada y guiada adecuadamente.
La curiosidad es el motor fundamental del aprendizaje. Un niño curioso es un niño dispuesto a descubrir, a aprender y a enfrentar desafíos. Sin embargo, es esencial enseñarles a utilizarla con respeto hacia sí mismos y hacia los demás.
Un claro ejemplo de esto es la distinción entre una curiosidad sana y el chismorreo o cotilleo. Si un niño, movido por la curiosidad, invade la intimidad de otra persona, está haciendo un mal uso de esa habilidad. En cambio, si comprende y respeta los límites, estará alimentando una curiosidad que lo beneficiará en sus aprendizajes.
Por lo tanto, como familia, es nuestro deber guiar esta curiosidad. Establecer límites y enseñarles el respeto hacia los demás y hacia ellos mismos es crucial.
El equilibrio entre permitirles explorar y enseñarles cuándo detenerse es esencial para cultivar una curiosidad sana.
La fuerza del deseo en acción: Mejorando la relación y educación con nuestros hijos
Muchas veces, nos enfocamos en la inteligencia y habilidades de nuestros hijos, olvidando un componente esencial en su desarrollo: el deseo. Naval Ravikant, reconocido filósofo y empresario, afirmó que
«El truco para hacer cualquier cosa consiste en cultivar primero un deseo por esa cosa».
Esta perspectiva nos invita a reflexionar sobre cómo, más allá de la capacidad intelectual, es el deseo lo que realmente motiva a los niños a actuar, aprender y superarse.
Pasos para cultivar el deseo en los hijos:
- Apoyar sus intereses personales: Fomenta y respalda lo que les apasiona. Esta motivación interna puede convertirse en un poderoso motor para su aprendizaje.
- Ser un ejemplo a seguir: Los niños aprenden mucho observando. Al mostrar pasión, curiosidad y un constante deseo de aprender, les estamos brindando un modelo a seguir. “Conviértete en un modelo digno de ser imitado”.
- Establecer metas juntos: El proceso de fijar y alcanzar metas refuerza el deseo de superación.
- Enseñar el valor de la persistencia: Es crucial que entiendan que está bien cometer errores, siempre y cuando aprendan de ellos y continúen esforzándose.
- Celebrar la curiosidad y los pequeños logros: Al reconocer sus esfuerzos y logros, reforzamos su autoestima y su deseo de superarse.
- Fomentar una comunicación abierta: Crear un espacio seguro para compartir es esencial para entender y apoyar sus deseos y aspiraciones.
Concluyendo.
Aunque la inteligencia es vital, es el deseo lo que realmente impulsa la acción. Como padres, nuestro papel es alimentar ese deseo, dándoles las herramientas y el apoyo que necesitan para alcanzar sus sueños.
Y, mientras cultivamos estas semillas de curiosidad y deseo en nosotros, también estamos preparados para sembrarlas en nuestra familia, cosechando relaciones saludables y fructíferas.
Invitación
Te invito a ti, y a todas las familias a continuar en este viaje de mejora constante como padres, alimentando el amor hacia nosotros mismos, para disfrutar viendo a los hijos crecer y desarrollarse desde el bienestar. Por ello, te invito a buscar apoyo buscando apoyo en profesionales expertos de la educación y comunidades, como pueden ser grupo de familias donde os podéis enriquecer y aprender unos de otros.
¡Porque el mejor regalo que podemos darles a nuestros hijos es el amor y la pasión por aprender!
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