No todas las formas de ayuda son igualmente efectivas cuando se trata de apoyar a nuestros hijos. Es crucial diferenciar entre las que fortalecen y las que pueden tener efectos contraproducentes.

Con este artículo pretendo ayudar a diferenciar las verdaderas de las falsas ayudas, identificando el dar soluciones cuando tienen un problema o dificultad, como una de las falsas ayudas. 

El problema de dar soluciones:

A menudo, como padres, nuestro instinto es ofrecer soluciones directas a los problemas de nuestros hijos. Sin embargo, esta práctica puede tener consecuencias no deseadas:

  • Impacto en la autoestima: Al ofrecer soluciones, podemos enviar el mensaje de que pensamos que nuestros hijos no son capaces de resolver problemas por sí mismos, lo que puede afectar negativamente su autoestima.
  • Falta de desarrollo del pensamiento crítico: Al recibir respuestas directas, los hijos pueden dejar de pensar por sí mismos y perder la oportunidad de desarrollar habilidades de resolución de problemas y pensamiento crítico.
  • Posible rechazo: Dependiendo de la personalidad del niño, recibir soluciones directas puede percibirse como una invasión a su autonomía, activando su cerebro reptiliano, lo que podría llevar a respuestas negativas, como contestaciones fuera de tono o gestos desagradables. 
  • Transferencia de responsabilidad: Al ofrecer soluciones, los hijos pueden evitar asumir la responsabilidad de sus acciones y culpar a otros por las consecuencias, perdiendo la oportunidad de trabajar la voluntad y la actitud positiva. 

 

Cómo transformar esta falsa por verdadera ayuda:

Después de reconocer los posibles problemas asociados con dar soluciones directas, es fundamental adoptar un enfoque diferente para ayudar a nuestros hijos. Ofrezco algunas propuestas efectivas que te invito a probarlas:

1.- Cambiar la solución por una pregunta:

Comenzar haciéndoles preguntas en lugar de darles respuestas es una estrategia poderosa. Les brinda la oportunidad de pensar por sí mismos y utilizar sus propias estrategias cognitivas para resolver problemas. Al hacerlo, les estamos otorgando un sentido de responsabilidad sobre sus propios asuntos y promoviendo su autonomía y autovalía.

Imagina esta situación: tu hijo se enfrenta a un dilema complicado en la escuela. En lugar de ofrecerle una solución directa, podrías preguntarle: «¿Qué opciones consideras que tienes para resolver este problema?» o «¿Cómo te sentirías si eliges esta opción?» Estas preguntas lo animan a reflexionar sobre sus propias habilidades y a tomar decisiones de manera más autónoma.

Delegarles la responsabilidad y permitirles activar sus recursos cognitivos para deducir, pensar y encontrar posibles soluciones es esencial. Es la primera transformación de la falsa ayuda por una verdadera ayuda que elimina el darles la solución. 

Para comenzar este cambio, en vez de dar la solución de manera más directa, la puedes ofrecer desde una posibilidad en formato pregunta. La pregunta permite poder recoger o no esa solución, desde la activación de su pensamiento crítico y responsabilidad.

2.- Permiso para el error:

Es esencial aceptar que nuestros hijos cometerán errores en el camino hacia el aprendizaje y el crecimiento. Permitirles experimentar y aprender de sus propios errores es una parte crucial del proceso de desarrollo.

Por ejemplo, si un niño propone una solución poco efectiva para un problema, en lugar de descartarla de inmediato, podríamos permitir que la prueben y experimenten las posibles consecuencias. Esto les brinda la oportunidad de aprender de la experiencia y desarrollar su capacidad para tomar decisiones informadas en el futuro. 

Si la solución está muy alejada a ser viable, te invito de nuevo a recurrir a las preguntas reflexivas para que puedan ver cómo lo harían y acercarles a sus posibilidades. Es una forma de ayudarle a mirar en algo que quizás no lo ha podido ver.

Por ejemplo, si tu hijo se enfrenta un dilema, podríamos preguntarle: «¿Qué opciones tienes para resolver este problema?» o «¿Qué crees que sucedería si eliges esta opción?» “¿Por dónde empezarías a..(cuando está alejado de la realidad)?” Estas preguntas los animan a reflexionar sobre sus propias habilidades y a tomar decisiones de manera más autónoma.

3.- Respetar su Autonomía:

Es importante reconocer los límites de nuestra influencia como padres y respetar la autonomía de nuestros hijos. Si bien podemos ofrecer orientación y apoyo, debemos asegurarnos de que nuestra ayuda sea solicitada y recibida con respeto.

Por ejemplo, podríamos expresar nuestra disposición a ayudar diciendo algo como: “Se me ha ocurrido algo con este tema, que no se si te serviría o no y no sé si quieres que la comparta contigo. Si quieres, la comparto”; ”Estoy aquí si necesitas mi ayuda. Confío en tu capacidad para gestionar esta situación por ti mismo/a». Esto les brinda la seguridad de que estamos disponibles para apoyarlos, pero también les permite asumir la responsabilidad de sus propias decisiones.

4.- Mantener la Comunicación Abierta:

Fomentar un ambiente de comunicación abierta y honesta es fundamental para ayudar a nuestros hijos a sentirse cómodos compartiendo sus preocupaciones y buscando nuestra orientación cuando la necesiten. 

Ser y cuidar nuestro rol de ayudas verdaderas es crucial para que los hijos puedan recurrir a los padres siempre que lo necesiten, en la infancia, juventud y vida. 

Por ejemplo, podríamos establecer momentos regulares para conversaciones familiares en los que todos los miembros tengan la oportunidad de expresar sus inquietudes y recibir apoyo mutuo. Esto ayuda a fortalecer los lazos familiares y promueve un sentido de confianza y seguridad entre padres e hijos.

En resumen…

Un cambio de enfoque de ofrecer soluciones a dar, quizás las mismas pero en formato preguntas, fomenta la autonomía y el pensamiento crítico en nuestros hijos es esencial para su desarrollo. 

Al adoptar estrategias como permitirles cometer errores para aprender de ellos, hacer preguntas reflexivas y respetar su autonomía dentro del contexto de los límites firmes y amorosos de la familia, les brindamos el apoyo necesario para que desarrollen habilidades de resolución de problemas y toma de decisiones. 

Esto les permite descubrir su propio potencial y fortalecer sus relaciones con los adultos de referencia para que sigamos siendo puertos seguros que pueden recurrir cuando lo necesitan.

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