Ya están cerca las fiestas de Navidad. Fechas que por mucho que quieras salirte del consumismo puro y duro, algo cae. Y ya ni te digo si tienes hijos e hijas con edades que se ilusionan por la llegada del personaje, llámese Olentzero, Santa Claus o Reyes Magos. 

Los regalos en estas fechas están presentes. Y por ello, hoy te quiero hablar de cómo regalar con cabeza y corazón, para que no te saltes el requisito previo que hará tu gesto de regalar más coherente, más fuerte y más sincero. 

Y es que todo regalo que haces a otra persona, siempre es una forma de transmitir un mensaje, ya sea de amor, agradecimiento, o similares. 

Y posiblemente te encante como a mí, decirle a tu hija lo mucho que le amas a través de un regalo, objeto. 

Pero hay un matiz que lo puede cambiar todo: y es desde dónde lo das, es decir, qué finalidad se esconde detrás de este regalo.

Y aquí te puedes encontrar con dos opciones: 

– buscando un complemento,

– o desde una demostración de tu mensaje.

Si lo haces desde un complemento, hagas un regalo sencillo o complicado, siempre te sientes estupendamente haciéndolo, pero de verdad.  

Desde aquí, pones el foco en las formas que puedes mostrar tu amor, sin recurrir a los regalos necesariamente. Me refiero a tu propia atención, transformación y desarrollo de actitudes necesarias para ello. Este proceso de crecimiento para ti misma y para tu hija, es ya brutal. Y esos son los requisitos previos que me refiero que cobran un sentido al regalo. 

Sabes y sientes que con regalo o no, ya estáis fuertemente unidas. El regalo puede llegar hasta la diana del corazón de tu hija, porque está nutrida de tu amor y el regalo hace de complemento de tu sentir. 

Y a tu hija, como ya se está nutriendo de tu amor, le llega el regalo como un extra, como un añadido que lo complementa. Por lo tanto, el regalo siempre se queda como un segundo plano, importante para ella, claro, pero no tanto como su requisito previo: tu forma de transmitirle amor. Este sí que es el verdadero regalo. 

Pero cuando utilizas el regalo como una demostración, puedes desenfocarte de su esencia y finalidad y entrar en una desconfianza de tu forma de expresar amor. Desde aquí, es más fácil recurrir a utilizar objetos para demostrarlo. 

Y todo se tiñe de otro color. 

Y esta opción te la quiero contar con un entrañable recuerdo de un ser querido muy cercano al que quiero con locura. 

Cuando veía a mi hija, siempre le quería comprar o dar algo. ¿Y qué tiene muchas posibilidades de que le guste a un niño? Las benditas chucherías. 

A mí me incendiaba por dentro y por fuera cuando ya desde muy pequeña, le quería dar una bomba de azúcar en forma de piruleta. Yo no se lo permitía y se lo decía desde mi enojo e incomprensión. Imagínate la tensión y distancia que este hecho provocaba y a nadie favorecía.

Sólo después de un tiempo y de mucha reflexión, pude ampliar mi mirada hacia esta situación y comprendí lo qué realmente pasaba a esta persona. 

Descubrí que lo que esta persona necesitaba era demostrarle su amor por mi hija porque no sabía hacerlo de otra manera que no fuera a través de regalos.

Realmente no sabía que su mirada, sus abrazos, su amor, su sostén emocional, su escucha , su interés de que estuviera bien, su acompañamiento y disfrute con mi hija, era mucho más valiosos que millones de piruletas. No sabía o desconfiaba del poder de estos requisitos. 

Y desde esta opción, es más fácil descuidar en lo qué y cómo necesita verdaderamente tu hija y camuflarlo con la compra de regalos. 

Y es cuando puedes perderte en querer hacer el súper mega gran regalo porque todos se te van quedando simples. Bueno, no necesariamente llegas al mega regalo, pero si que puedes sentir ese deseo de hacerlo. Desde aquí, los pensamientos relacionados son parecidos a un:  “por mi niña, lo que sea”, aunque suponga un gasto o esfuerzo elevado. 

Así que, mi propuesta desde aquí, en estas fechas de tanta inercia de compra compulsiva, te animo a no perder el norte y volver a la esencia de la finalidad del regalo. A ese previo requisito de dar lo que le nutre y luego ya sí, elige el regalo que te apetezca, caro, barato, pequeño, grande, mediano. Eso será secundario. 

Y recuerda que el mejor regalo para tu hija es lo que complementa al mismo, tu forma de trasmitir tu amor.

Es decir, tu disponibilidad, tu atención, tu presencia, tu escucha, tu aceptación de su esencia y acompañamiento de todo su desarrollo, alentándole para que pueda recobrar fuerzas, y permitirle seguir su camino.

 Estos son los requisitos previos que dan sentido, coherencia y fuerza a cualquier regalo y a vuestra relación. 

Ahora, a por el regalo!! 

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