El coronavirus (COVID-19) ha llegado para poner nuestra vida patas arriba. Desde la vida personal, profesional y por ende, la familiar. Todo necesita ser modificado. Y la primera necesidad, es el orden y control de la cabeza en estos días de confinamiento. Si piensas en los días restantes de cuarentena, de golpe, se puede hacer todo más difícil. Y no es negar una evidencia, sino enfocarte con esfuerzo en cada día, en cada momento para poder sobrevivir esta situación lo mejor posible. Y es que puede y debe de haber momentos de tensión, angustia y demás malestares. Y es que somos humanos. Esta situación desata lo mejor y lo peor de nosotros mismos. No nos castiguemos. Hacemos lo que podemos con lo que tenemos. Y ahí estamos, mejorando constantemente como seguidor de Kaizen que eres. Ya sabes, la palabra Kaizen significa mejora constante. Quiero que en tu planificación diaria, te escuches y le escuches a tu hijo e hija, para que lo que decidáis hacer, permita saciar en la medida de lo posible, todas las necesidades básicas y fundamentales: tuyas como adulto y las de tu hijo e hija.

Aquí está todo el cogollo: las necesidades.

Ese será el criterio fundamental de elección de la rutina, para que pueda dar respuesta a las distintas necesidades de todos los miembros de la casa, sobre todo la de tu hijo e hija, que es el que más complicado tiene porque está en pleno aprendizaje para iniciarse en su propia auto regulación de necesidades. Es por ello que te necesita a ti para avanzar y conseguirlo. Tu ayuda y recursos le serán muy valiosos para que las pueda gestionar cada vez con más autonomía. Eso sí, todo ello sin descuidar las tuyas al mismo tiempo.

Es un cuidarte para cuidar. Un cuidar sin descuidarte.

Y no es simple juego de palabras. No. Es el alma del bienestar y de la convivencia. Si nos cuidamos y les cuidamos, nuestro comportamiento lo refleja. Si estamos bien, nuestra conducta será acorde a lo que se puede llamar “normal-habitual”. Y por estas palabras genérica está incluido enfados, discusiones, momentos de tensión con los que sientes que puedes gestionar. Y por supuesto, los momentos de “flow”, de creación, disfrute, juegos sociales, etc. serán también lo más normales del mundo. Encontrar momentos para todo, de calma y movimientos, momentos de atención para el otro y momentos para mí sola, momentos de diversión y momentos de aburrimiento. Sí, he dicho aburrimiento. No tienes porque dinamizar todos el tiempo de tu hijo e hija. El aburrimiento es el mayor motor de la creatividad. No hay más que ver los vídeos creativos que ha llevado esta situación, como por ejemplo, salir a la calle con un radiador con ruedas simulando un perro, etc. El cuidarte también abarca el ámbito mental. Yo diría que ahora y siempre es el fundamental. Bueno, ahora es una prueba de fuego y gran oportunidad para alimentarla con sanos nutrientes. Alimenta tu mente de pensamientos positivos es un gran comienzo. Conviértete en el jefe o jefa de tu propia mente y no dejes que esta situación se apodere de ti con pánico o con un gran estrés. Me habrás escuchado decir más de una vez decir: “Aquello en dónde pones el foco, se expande”, que dice Sergio Fernandez. Así que si te enfocas en lo que no puedes hacer, el agobio no tardará en llegar. Pero si te enfocas en lo que sí puedes, toda tu actitud y pensamientos, no tardarán en transformarse. Es como si te convirtieras en el protagonista de la película de “La vida es bella”. A ver, salvaguardando las distancias y permitirte tus momentos. Que todo esta situación también requiere su adaptación y aprendizaje. Por lo tanto, comienza a aceptar que va haber momentos de estrés, tensión y enfados. Forman parte de nuestra vida así que no te culpes ni te castigues por ello. Eso sí, elige lo que quieres hacer con ellos y qué lado de la balanza quieres que abunde: si el bienestar o el malestar. El bienestar vendrá con la superación de esos momentos difíciles.

Te cuidas y le cuidas a tu hijo e hija. Le cuidas sin descuidarte.

Así que quiero que aproveches esta oportunidad de convivencia familiar extrema, en tu cuidado mental y aplicarlo en los conflictos. No quiero que te vengas abajo porque habéis tenido uno o cuatro, o porque la cantidad ha sido hoy muy elevada, o porque los borrarías rápidamente del mapa. No. Quiero que este cuidado mental lo traslades a no enfocarte en el conflicto en sí mismo, sino en cómo transformarlo. Siente y piensa lo que puedes hacer con él.  Ahora tienes tiempo para desmigar las oportunidades que te ofrece que son: escuchar y decir lo que no nos ha gustado, lo que necesitábamos. Todo ello con turnos de palabras con la que el valor del respeto está siempre presente. Y para finalizar ¿cómo puedes o podemos resolverlo? Y a buscar soluciones que a todos los implicados les guste. Y en este final, el cierre del conflicto,  se encuentra otra clave fundamental que de nuevo conecta con las necesidades cubiertas que llevan al bienestar. Estoy hablando de: sentirse escuchado, respetado, tenido en cuenta, etc. Así que esta última parte  requiere de su tiempo y de su criterio. No tiene por que ser una solución que a mi me perjudique y al otro le beneficie. No. Esto no es solucionar problemas. Esto es desarrollar la resignación. Lo que lleva a mas enfado y dolor. Si queda residuos emocionales sin transformarlos, se expresarán en el siguiente conflicto. De ahí que parezca desproporcionada una forma de expresión emocional de  un conflicto aparentemente insignificante. Así que aprovecha el conflicto a liberarse de estos residuos emocionales y transformarlos en oportunidades de entendimiento, comunicación, respeto y gran convivencia.

Ya tienes la base fundamental de todas las técnicas para resolver conflictos: cuidar y atender las necesidades tuyas y las de tu hijo e hija.

Con este artículo he querido acercar a que puedas “darle la vuelta a la tortilla”. Es un momento de parar, aprovechar a escucharnos a nosotros mismos, a escuchar a tu hijo e hija, a mirarle con ojos limpios como quien conoce a alguien que le atrae por primera vez. Son también momentos de enfados y de aprender a manejarlos para que no nos hagamos daño y podamos recoger de cada uno, la información que nos está dando: la necesidad que está siendo amenazada o dañada. Te ayudará el estar escuchándote a ti mismo y misma. Saber qué te pasa ahí dentro, en tus sensaciones con lo que ves. Conecta contigo mismo y recoge tu propia información que es súper valiosa. Cuanta más información tengas de ti mismo, más empatía y comprensión tendrás de tu hijo e hija. Y si te cuidas, también le cuidas a tu hijo e hija. Por lo tanto, enfócate en lo que sí que puedes hacer con lo que tienes, incluyendo los momentos de conflictos. Piensa la manera de chutarte cariño a ti mismo, alegría, disfrute y confianza para que puedas estar bien y los de alrededor también. Ofrécele tu mirada, tu amor, tu cercanía y distancia, los momentos de propuestas y también de tiempos libres, momentos de calma y movimiento, momentos de estar juntos y momentos de más individualidad. Busca el equilibrio de la diversidad en la planificación para que las necesidades internas estén lo mas cubiertas posibles y la conducta de cada uno lo reflejen.

Cuídate para cuidar. Cuídate sin descuidarle.

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