Hoy te confieso que es lo que peor llevo de las Navidades. Si tuviera que contabilizar las veces que le han dicho a mi hija mayor si se portaba bien…, o ante una expresión de su enfado en la calle, el adulto que pasa y le dice  “sssshhhh pórtate bien que no te van a traer ningún regalo los Reyes…”, o “cuidado que te está viendo el Olentzero…”, no lo podría hacer. He perdido la cuenta. 

Y como esas situaciones no las puedo controlar, al no ser que tape las bocas de desconocidos o conocidos por no parecerme éticamente correcto, me centro en lo que sí está en mis posibilidades. Y hago tres pasos que quiero compartir contigo. 

  • Lo primero, le respondo a la persona para proteger a mi hija y liberarle en la mayor parte de mis posibilidades, el peso de esa amenaza. 

Así le digo: “A no, estáte tranquilo o tranquila, según el caso. El Olentzero y yo, su madre, le queremos tal y como es, aunque se enfade, aunque llore. Es más, nos alegramos mucho de que nos pueda decir lo que no le gusta o con qué no está de acuerdo. Puede llorar libremente o enfadarse todo lo que necesite. No influye en los regalos que pueda o no tener.” Y me quedo con las ganas de decirle algo así como: “Gracias, porque sé que quieres ayudarle, pero así no lo haces, ni a mí ni a mi hija”. Pero como temo establecer cien debates callejeros, los voy dejando pasar.

  • Lo segundo, comparto mi opinión con mi hija.

Sólo si observo ganas de conversar por su parte, sin abusar de mis ganas, le pregunto cómo se siente. Es decir, mi activación de la escucha activa se pone al 100%.

Y suelo añadir algo así como:

“Otra persona que tiene miedo de expresarse y cree que si te lo guardas ahí dentro, te viene mejor»;  «Yo opino que está equivocada”; O un “no conoce lo sano y liberador que es llorar o enfadarte para que no te haga daño dentro de nuestro cuerpo”. 

  • Y tercero, cierro con un mensaje claro y breve: “te quiero tal y como eres, tal y como te muestras en todo momento, aunque tengamos problemas”. Que su validez aumenta cuando se complementa este decir con mi hacer. 

Y sé que estos tipos de comentarios están cargados de buenas intenciones. Sí, pero la intención no es suficiente. Falta más conocimiento de lo que significan.

Y para mí, es una amenaza alimentada desde el miedo y deseo de control hacia el comportamiento y conducta de los demás.

Y lo siento. Pero mi labor como madre es proteger ante todo a mi hija.

Mi hija ni ningún niño ni niña no necesitan el miedo, amenaza y control para ser buenas personas. Tampoco necesitan que le compre su obediencia a través de premios o los regalos, etc.
 

Mi hija necesita de su madre ser y sentirse amada tal y como ya es.

Y lo complemento con la práctica de recursos sanos de convivencia. Es decir, establezco límites con firmeza, amor y respeto.

Esa es mi principal labor. 

Sé que es difícil no enfadarte ante estos comentarios si también llegas a ver este significado. 

Sé que es difícil poderles mirar con comprensión y amor por su desconocimiento. 

Porque en realidad lo que no saben es que la sana obediencia, la que te permite crecer como «buena» persona o digamos persona humana, la que va unida a la responsabilidad y autonomía, se aprende de otra manera. No desde el miedo. 

Pongo «buena» entre comillas, porque daría para un debate qué es lo que cada una considera como buena. Pero por aclararlo, para mí es favorecer su bienestar personal consigo misma y con los demás, poniendo en práctica valores acordes a ello.  Y el miedo, amenaza, control ni similares pueden favorecer estas condiciones.

Y me centro en vivir yo también acorde con esos valores. Uno de ellos, limitar a esa persona delante de mi  hija. Así, mi hija puede modelar o imitar esta herramienta cuando alguien le dice gratuitamente comentarios tan dañinos como estos.

Y tú, ¿te animas también a proteger con amor y firmeza a tu hija de estos recursos tan utilizados y tan dañinos? 

Bueno, aunque sea lo peor que llevo de estas fechas, decirte también que me ayuda a empoderarme como madre y verificar mi lugar y mi función. Es un esfuerzo gratificante que, como ya sabes, te animo a hacerlo. 

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