¿Te imaginas si la educación emocional fuera como aprender a ordenar las ropas de un armario? 

Hasta Ikea se ha dado cuenta de la relación entre armarios y personalidad cuando dice:  “nuestra manera de vestir dice mucho de nosotros y de cómo somos. (…) Por eso, la forma de organizar y diseñar nuestros armarios también depende de nuestro estilo y personalidad” .

Con esta metáfora de los armarios, sus ropas y su orden, quiero contarte el inicio fundamental para poner en práctica y mantener de una forma eficaz, la educación emocional en tu hijo.

Las ropas representarán a los sentimientos y los armarios a la persona a quien le corresponda, a su dueño. 

Cada niño, en sus primeros años, ya va desarrollando su armario personal. Indiferentemente de su nivel y exigencia del orden, la forma en la que tenga ordenado su armario, le influirá a la hora de elegir y encontrar sus ropas. Hasta a ti te pasa, ¿no?.

Tú necesitas un orden, aunque sea tu criterio. Puede que otra persona abra tu armario y no encuentre nada, pero tú sabes más o menos qué tienes y dónde está. Suficiente. Tu armario ya tiene la categoría de práctico. Con este armario sobrevives. 

Digamos que te vas poniendo unas ropas y otras, pero desconoces cuáles tienes realmente, o a veces no las encuentras, o están obsoletas y no te gustan del todo, etc. 

Pero hay otro tipo de armarios que reúnen más características más elaboradas que el nivel básico práctico. Te estoy hablando de los armarios con categoría práctico-eficaz. Estos armarios son los que reúnen estas características: 

  • saber qué te quieres poner, 
  • qué ropa exactamente tienes, 
  • para qué sirve cada una, 
  • cuándo y dónde utilizarla, 
  • dónde está y dónde guardarla…

Y ahora, desde estos dos tipos de armarios, ¿cómo te gustaría que fuera el de tu hijo?, ¿práctico para sobrevivir? o ¿eficaz y práctico para vivir con responsabilidad y bienestar? 

Intuyo tu respuesta, porque sé que quieres lo mejor para tu hijo. 

Este armario práctico y sobre todo eficaz que deseas para tu hijo, no sólo necesita orden, sino una determinada manera de crear su estructura. 

No quiero que a tu hijo le suceda como a los dos primeros cerditos del cuento, que construyeron sus casas de forma rápida y sin pensar. Las casas serían como los armarios. Tanto tú como yo, sabemos que de no haber sido por el estudio previo de construcción que hizo el hermano mayor, el que lo pensó antes cómo hacer y lo hizo a consciencia, ya estarían en la boca de cualquier lobo, o corriendo de casa en casa buscando refugio. 

Yo quiero que tu hijo construya una casa como esa, con armarios seguros, todo con una buena y gran cimentación. Una construcción que le permita actuar en situaciones de miedo y peligro, y utilizar el fuego de la chimenea para protegerse, los cerrojos de la puerta que los pueda poner y quitar para disfrutar dentro y fuera de la casa, etc. Un interior conocido, que sepa cómo está y que ponga todos sus medios para recuperar el equilibrio y conseguir un bienestar personal, con el piano que tiene para cantar, por poner un ejemplo. 

Entenderás que la forma de crecimiento de este cerdito en este lugar será muy gratificante después de un día duro de trabajo, las experiencias diarias que tu hijo tendrá, y lo que hará con ellas. 

Si existiera una segunda parte de este cuento, estoy segura que esa casa estaría totalmente remodelada, con más pisos, y con grandes armarios de alta categoría. 

Y lo habrá hecho posible por la gran cimentación con la que ya contaba y desde ahí, el asentamiento de los futuros aprendizajes emocionales habrán sido más sólidos. 

Esos armarios estarían ordenados con un orden consciente, en coherencia a la casa entera. Y si un día, ese cerdito quiere ir al bosque a cortar leña, pensará primero qué pantalón cómodo puede utilizar, y lo irá a buscar al lugar de los sentimientos agradables porque recuerda que lo guardó ahí. 

Este aprendizaje lo aprendió también al experimentar y vivenciar cuando se puso unos pantalones incómodos. Así que también necesitó practicar con su error como forma parte del aprendizaje y su madre le dejó hacer. La clave inicial fue la consciencia y atención a cómo estaba. Éste es un gran inicio, pero no es suficiente. Esta FASE DE INVESTIGACIÓN que recoge valiosa información de lo que tu hijo lleva puesto y cómo te afecta, aunque sea fundamental para su bienestar, no es suficiente. Es necesario que pase a la siguiente fase.

FASE DE ACCIÓN Y DECISIÓN RESPONSABLE. De nada servirá que sepa cómo está sino hace nada por cambiarlo. Por lo tanto, en esta fase tu hijo actuará de forma coherente a la situación. Y para ello desplegará todas sus herramientas para quitarse esos pantalones y ponerse otros con los que se siente mejor. 

Y si ese aprendizaje lo asimila y lo deja almacenado con buen orden en su memoria, llegará a la FASE DE CONSOLIDACIÓN. Será cuando haya establecido un criterio claro con esos pantalones acorde con lo aprendido anteriormente. Así, puede que se haya deshecho de los pantalones incómodos, y los pantalones cómodos los guarde en un lugar donde sepa dónde se quedan y se los pueda poner cuando vuelva al bosque, sin tener que desarmar el armario, sin que tenga que probar todos los pantalones que tenga. 

Y aquí está todo el groso de todo el proceso de educación emocional, que te lo resumo en una frase: 

Vivenciar y experimentar desde su sentir con su participación activa y responsable.
 

Pero, ¿por dónde puedes empezar?

Por ayudarle a tu hijo a mantener lo que ya trae de serie: La gran conexión con su interior. 

Y DESDE AHÍ, acompañarle para que pueda completar la información.

 

Y aquí tienes una gran labor como madre en ese aprendizaje emocional de tu hijo, porque es curioso ver cómo nacemos desde una conexión impresionante con nuestro interior, y cómo la vamos perdiendo conforme crecemos. 

¿Qué es lo que pasa en este camino? ¿Dónde perdemos esta conexión? 

Ya desde bebé llora o expresa su incomodidad cuando tiene cacas. Pero sin embargo, unos años más tarde, son capaces de llevar un moco colgando y sin ni siquiera hacer ningún amago para quitárselo. 

O en otros asuntos más serios, ¿has visto niños hacer o dejarse hacer algo que no les gustaba, incluso les dañaba? 

Yo lo veo todos los días y en muchas situaciones. Y no sólo en niños. Es una dinámica extendida. Vamos por la vida sin saber cómo vamos realmente, sin ni siquiera sentirnos capaces de poder decir un NO muchas veces cuando todo nuestro cuerpo interior lo está pidiendo a chillos, incluso hasta con alguna enfermedad. Y en el mejor de los casos, si vamos ganando consciencia, nos podemos perder por el dónde empezar, y qué hacer. 

Así que retrocedamos al inicio, la base del aprendizaje emocional para garantizar su propio cuidado hoy, mañana y pasado.

Saber lo que siento, ponerle sentido y significado, y responsabilizarme en volver a restaurar mi bienestar, es el gran talismán del auto-cuidado.
  

Y la base de la información ya la tiene tu hijo. La tiene recogida en su propio cuerpo y su interior. 

Y tu acompañamiento consiste en retomar siempre esta dirección a su fuente de información.

¿Y cómo puedes acompañarle en esta dirección? 

En este artículo hecho para tí, te contaré dos pasos fundamentales: 

  1. -Verbalización. 
  2. -Tu actitud. 

1.-Con la VERBALIZACIÓN para que le ayudes a retomar siempre a esta dirección de su sentir, a su fuente de información.

¿Estás incómodo con las cacas?

¿Tienes algo en la nariz? 

¿Te duele la rodilla con el golpe? 

Te veo la cara roja, o te veo la frente mojada ¿sientes calor? 

Tu frente está arrugada, o tu mandíbula tensa, ¿te sientes enfadado?¿hay algo que no te ha gustado? ¿sabes lo que te hace sentir ese malestar?

Pero no valdrá toda verbalización. Será la justa y necesaria, nada de interrogatorios abrasantes, ni tampoco la crítica, el etiquetado, ni juicio. Nada de “llorón, ni miedica, ni cagón”, y ninguna palabra relacionada.

Nombra lo que ves, describe lo que ves de la forma más neutral, clara y objetiva que te sea posible. 

2.- TU ACTITUD: hacer o dejar hacer. 

Hacer más cuanto más pequeño es tu hijo, pero también con información y su permiso de alguna manera. “Te voy a quitar las cacas y limpiar el culo”; “Te veo un moco y te lo puedo quitar para que no te moleste, ¿me dejas?” 

Los límites y normas están siempre presentes. Pero no quiero extenderme aquí ahora. 

Y conforme vaya creciendo, ir descendiendo ese hacer y delegarle su responsabilidad con un valioso “¿qué puedes hacer?”. Y como el error forma de aprendizaje, será más prioritario la actitud activa, ese probar, experimentar, y querer buscar algo para solucionarlo, que el acierto en sí mismo. Por ello, dejarle por favor que se vaya limpiando su propio culo, o sus propios mocos. Sí, el repaso tuyo al principio será importante, pero será muy importante para tu hijo un tiempo para coja práctica. 

Y recuerda que el lenguaje, también le sirve nombrar y describir el error pero con objetividad. Será más enriquecedor que sea tu propio hijo quien llegue a la conclusión. Y la mejor forma, será desde la escucha activa. “Veo que has notado que tenías un moco y te lo has quitado con la manga. ¿Cómo está tu ropa ahora? ¿podrías hacerlo de una forma que no te mancharas? 

Puede ayudar la repetición de la escena, a modo de rebobinar la película, un reply de otra manera, no como espectador sino como director.  “….Si te pasara otra vez, ¿cómo lo puedes hacer de otra manera?”

O fíjate, has tenido un problema, o te he visto que te pasaba algo, lo has encontrado, y te has puesto a ello. 

Y esta responsabilidad la puede tener cuando se vea como parte del problema, como un protagonista del mismo, no como un espectador que está viendo una película.  

Ya lo decía Einstein: “Si no eres parte del problema, no puedes ser parte de la solución”. 

Retomando los pantalones incómodos, primero ayudarle a sentir cómo está con esos pantalones. Y luego delegarle esa responsabilidad ¿qué puedes hacer? Evitará que maldiga a la marca de ropa de ese pantalón, o a la tendera que se lo vendió, etc. 

Ayúdale por favor a que salga de la dinámica de que quiera cortar la cabeza del otro que tenga al lado, buscar culpables ajenos, y acompáñale en reconducir su atención en sí mismo. Sólo así tu hijo podrá llegar a la fuente de su malestar.

El valor no estará en el acierto o no. El gran valor estará en el inicio del desarrollo de su responsabilidad desde ese hacer. Luego ya irá adquiriendo más finura y destreza en las formas. 

No quieras solucionar a tu hijo toda su vida. No le des solo pescado, enséñale a pescar. 

Para conseguir esta verbalización, será fundamental tu mirada. Mira a través de los ojos de tu hijo, y también déjate sorprender y aprender desde él. 

Cuanto más conectes con su sentir, tu hijo será más competente a la hora de seleccionar sus propias ropas y actuar con responsabilidad. Así, ante un día o momento caluroso, tendrá más opciones de elegir la camiseta de tirantes que le permita estar más a gusto, cómodo y funcional. 

O si ya está vestido, ante la conexión con su sensación de calor, con su cara roja o sudor, tu hijo se soltará o quitará la cazadora. 

En este artículo te he hablado del requisito fundamental para asentar la educación emocional: ayudarle a mantener la conexión de su experiencia con su sentir. 

Y lo puedes hacer desde el acompañamiento verbal, describiendo lo que vemos sin juzgar, sin criticar y reconducirlo a interior con un, por ejemplo: ¿cómo estás? ¿cómo te sientes? y sacar la información valiosa desde su fuente de información, su interior. 

Ya no valen las respuestas automáticas de decir un “bien” sin pensar, sin sentir. 

Puedes comenzar a practicarlo contigo misma. Esa será la gran coherencia que acompañará en la actitud favorable para aprender este gran valioso campo de conocimiento: la educación emocional. 

Si te ha gustado este artículo, puedes hacer tres cosas:

  1. Compartirlo con las amistades y redes sociales,
  2. Ponerlo en práctica
  3. Escribir un comentario contando tu experiencia.

 

Si necesitas más ayuda puedes contactar conmigo. O tal vez quieras consultar los servicios que ofrezco. Puede que estés en una asociación y creas que puedo aportar en ella con una conferencia. ¿Quieres contar conmigo como ponente?