¿Conoces las dificultades y ventajas de decir y recibir un “NO”?

Estoy segura de que después de leer este artículo, ya no te quedarás impasible ante un NO que le digan o diga tu hijo. Y enseguida sabrás por qué. 

Hoy te voy a hablar de la importancia de las dos partes del NO:

– El que lo dice,

– y el que lo recibe.

 

 

EL QUE LO DICE

Puede que observes en tu hijo la dificultad de decirle a otra persona “no me ha gustado que…” o un “no quiero que me…” y sus similares. Es probable. Nos pasa hasta a los adultos.

Y así lo evidencia el gran abanico de bibliografía de autoayuda dedicada a este tema. Sólo con ojear cualquier librería lo podrás comprobar. Y es que no saber decir un NO, puede acarrearnos muchos problemas.

el NO sigue siendo NO 

A modo de síntesis, una persona que haga cosas que realmente no quiera hacer, se está haciendo daño a sí misma. Hay distintos grados pero sé que si reflexionas un poco sobre ello, sabrás de qué estoy hablando. Igual te suena esto de sentirte obligada a hacer un favor que realmente pasa por encima de tu bienestar personal por distintos motivos:

  • No querer discutir,
  • Apuro de dejarle sin ayuda, es decir, pensar más en la otra persona que en ti misma, 
  • Miedo a sentirte rechazada por la otra persona, 
  • Etc. 

El caso es que mientras se lo estás haciendo te estás arrepintiendo del estrés y mal genio que se te pone. Y después de ello dices algo así como: “¡no lo voy a hacer más!” Y acabas repitiendo este mismo patrón.

El cuidado de uno mismo es nuestra responsabilidad.
 

Sólo nuestra. No se lo debemos de delegar a otras personas. Bueno, y si lo hacemos, no somos dueñas de nuestra vida.

Si llevas una dinámica de no saber decir un NO, a largo plazo y no tan largo, te llevará a un malestar contigo misma y no será un sano modelo a imitar por tu hijo.

Y las consecuencias a largo plazo pueden ser más serias. Lo sé porque lo he vivido y lo sé porque lo veo día tras día.

Algunas de ellas: 

  • Adolescentes dejándose llevar a hacer conductas que no querían,
  • Sacrificarse por otra persona, ya sea un hijo o un amigo, pese a que a ti no te beneficia nada, 
  • Adultos siguiendo con relaciones sentimentales pese a que sentían que no querían, luego con hijos,

y una larga lista que no quiero entristecerte, porque hoy eso lo puedes cambiar contigo y con tu hijo.

Entonces, ¿Cómo puedes empezar a cambiarlo?

Empezar a practicar por ti misma lo que te voy a contar que puedes hacer con tu hijo. Si tu lo adquieres ganas en, además de la fuerza de la coherencia que se reflejará en cada poro de tu piel, el modelo de aprendizaje a imitar para tu hijo.

Todo un trabajo en equipo.  Entre todos os beneficiáis.

En primer lugar: Escucha activa de sus sentimientos y emociones. 

Para poder decir un NO, será importante saber lo qué quiere tu hijo  y lo que no.  Su cuerpo le habla: necesita escucharlo. Quizás le falta tomarlo como referencia y confiar en su sabiduría. Quizás le falta más ayuda para re-conectarse con él mismo y escuchar lo que necesita para luego aprender a cómo cuidarlo. 

Así que ayudarle a:

  1.  Parar y pensar antes de responder. Por ejemplo: “¿Qué sientes ahí dentro cuando te preguntan si le dejas tu juguete?”
  2. Conectar con lo que siente. Escucharse. Por ejemplo, “Te veo que tu frente se ha arrugado y que tu boca está rígida-tensa…” etc.
  3. Responder acorde con sus sentimientos. Coherencia interna. Una pregunta que le puede ayudar puede ser: “¿te ha gustado lo que te ha dicho, o hecho, o…?” “¿Realmente sientes que lo quieres hacer?” “Puedes decir un no o un sí. Escucha lo que te dice tu corazón”. 

2º lugar: Verbalizar de forma objetiva, es decir, describe lo que ves, sin juzgar ni etiquetar. 

Importante acompañarle desde lo verbal, describiendo lo que ves, sin juzgar, dándole una forma lo más neutral que esté en tus manos, para no entrar ni en la crítica, ni queja.

Es importante que prestes atención si observas en tu hijo todo su cuerpo diciendo que “no” y acaba diciendo que “sí”. Muy  atenta a estas señales que indican ya la incoherencia y desconexión con lo que quiere y necesita. 

Verbaliza de nuevo lo que ves, y fomenta un ambiente de confianza y respeto donde no se sienta presionado.

Con este acompañamiento, ya tu hijo se puede sentir libre y respetado para poder decir un NO si así lo siente, indiferentemente si estés o no de acuerdo o no te guste. 

Así que nada de chantajes emocionales como: “a mi me haría tan feliz que compartieras ese juguete….”; “me pongo triste cuando decides…..” o “si no haces….no irás mañana a….”.

 

EL QUE LO RECIBE

Sé que no es fácil escuchar un NO dirigido hacia tu hijo. Hasta tu corazón puede encogerse, porque en sí, no es agradable. Pero quiero darte otra visión de esta situación. Aunque antes quería señalarte algo muy importante para que lo puedas diferenciar de un posible asunto tuyo y así poderte centrar en esa visión.  

En estas situaciones ¿te sale una fuerza imparable defensora hacia tu hijo? ¿lo sientes como si te lo dijeran a ti?

Reflexiona si tiene algo que ver con tu experiencia y vivencia pasada. Dale forma y sentido para estar más preparada para sostener el NO que le dicen a tu hijo. Tu te beneficiarás y al mismo tiempo, ayudarás a tu hijo. Eso lo dejo en tus manos.

También recordarte que como madre, no puedes ni debes solucionar la vida de tu hijo. Los problemas, como escuchar un NO, son parte de la vida.

Lo que cambia todo es su forma de mirarlos y tu acompañamiento para poder gestionarlos.
 

Si cambias tu mirada, puedes ver que son GRANDES OPORTUNIDADES DE APRENDIZAJE.

Entonces ¿Qué hay detrás de un NO?

EL RESPETO hacia la otra persona es uno de los mayores legados de esta palabra. Y con ella viene otro gran aprendizaje: la TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN.

Imagina que es su amigo quien le dice un “NO quiero jugar a ese juego”; “No quiero dejarte mi pelota”. Y tu hijo sigue pasando por encima de esa decisión una y otra vez. Sí, quieres que sean generosos con él y que  tenga amigos, pero no creo que lo quieras a cualquier precio desde la obligación del otro. Desde ahí, estoy segura que no te gustarán las consecuencias de rechazo, pelea o enfado.  

Y después de este cambio de mirada, el poder ver lo que aprende al recibir un NO, tu acompañamiento será diferente, desde la presencia y sostén emocional. 

Desde ese lugar, puedes ayudar a tu hijo a que pueda gestionar esa situación con respeto y seguridad interior emocional. Y evitarás que no se lo tome a personal, que no dañe a su persona. Es una gran oportunidad de reforzar de su autoestima y empatía: “Te duele porque crees que te está diciendo que no te quieren a ti?” ;“¿Sabes qué puede necesitar?”.

Y si como colofón le añades un: “¿Qué puedes hacer tú?”, le estás brindando la oportunidad de responsabilizarse de sus asuntos, desarrollando la capacidad de autosuperación.

Añade la práctica de las dos herramientas anteriores aprendidas cuando acompañas a decir un NO: 

1ª.- la escucha activa de los sentimientos 

2ª.- la verbalización objetiva, desde su sentir.  

Así le llegará tu gran ayuda. Sentirá tu fuerte acompañamiento que le sostiene pero que no le resuelve lo suyo y le ayudará a encontrar su fuerza interior para buscar soluciones a su problema.
 

Te resultará gratificante saber que le estás ofreciendo  el mejor regalo que una madre le puede ofrecer a su hijo: su acompañamiento y sostén emocional para permitir desarrollar su interior con fuerza, responsabilidad, respeto y empatía.

Ya puede empezar  a tener las principales herramientas y habilidades emocionales para poder superarlo todo en esta vida con el combinado perfecto social que ayude a desarrollar  unas relaciones gratificantes. El comienzo de sentir el bienestar personal está ahí, esperándole a tu hijo cada día. 

En este artículo te he contado las grandes oportunidades de aprendizaje que hay detrás de un NO:

  • Autocuidado y responsabilidad. Desde la conexión de sí mismo y comprender que le corresponde y puede poner medidas para cuidarse con responsabilidad. 
  • Respeto por la otra persona y también de sí mismo. No tiene que arrastrarse a conseguir la aceptación del otro haciendo algo que él no quiera hacer.
  • Desarrollo de la empatía, ayudándole a poner la atención en él para poder comprenderlo desde la escucha de sus sentimientos.
  • Gestión armoniosa de la frustración, desde tu sostén emocional de la comprensión, desde un abrazo, cercanía, etc.
  • Fuerza interna desde tu acompañamiento. Autoestima y seguridad por uno mismo. 

Y las dos herramientas que puedes practicar:

1ª Escucha activa de sus emociones y sus sentimientos. Conectarás con el interior de tu hijo, os uniréis cada vez más, y lo dicho, le llegará tu gran apoyo. 

2ª Verbalización objetiva y neutral, sin criticarle, ni juzgarle, ni ridiculizarle. 

Escucha activa + verbalización emocional= sentimiento de fuerza y amor incondicional.

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