Ya son varias personas las que me habéis preguntado sobre el tema de la competitividad en sus hijos e hijas. Así que hoy te hablaré sobre ello. 

Los hay padres y madres que la defienden y la fomentan como forma necesaria de auto-superación. 

Y los hay quien la evitan por ir en contra de sus valores.

Tanto si estás en un lado u otro, en algún momento tu hijo o hija se va a encontrar participando en algo competitivo. Pero puede ser una participación sana o dolorosa y debilitadora. 

Bueno, desde ya, te digo que si eres de las personas que la defienden como forma de aliciente a su desarrollo, NO ES NECESARIO. 

Es verdad que inevitablemente tu hijo e hija tomarán referencias en el otro para recoger información en momentos concretos. Es como cuando mi hija me pregunta: “¿pero es grande?” Pues según con qué lo compares.

Así que este tipo de referencias sirven de ayuda siempre y cuando se utilizan en momentos dados y siempre, desde su vuelta a la referencia de uno mismo. Y para ello, es fundamental que el propio foco de su atención, está más puesto en uno mismo, que en los demás. 

Este es el asunto principal. Te lo repito, porque aquí radica todo:

DÓNDE COLOCA Y MANTIENE TU HIJO E HIJA SU FOCO DE ATENCIÓN: EN SÍ MISMO, O EN LOS DEMÁS.

Si fomentas la competitividad en tu hijo e hija, lo anclas a la mirada externa para crecer. Desde ahí, para tu hijo e hija nunca será suficiente. Es una adicción porque nunca le lleva a saciar, porque no se lo llega a creer y ni puede tener el poder sobre todo el mundo. Siempre encontrará a alguien con el que compararse y entrar en superar a todos.

Siento decirte que desde este hacer, le llevas a un terreno bastante pantanoso:

La búsqueda de perfección, con auto-exigencia y debajo de todo ello, la baja tolerancia a la frustración, baja auto estima, inseguridad y dependencia.
 

Y estoy segura que esas cualidades no deseas fomentar en tu hijo, porque si no lo has vivido ya, te adelanto que crean mucho malestar e insatisfacción. Y sé que quieres lo mejor para él y para ella. 

Pero aunque seas de las personas que la evitan porque va en contra de tus valores, también siento decirte que en algún momento social, tu hijo o hija le encontrarás compitiendo con su amigo en alguna carrera, u otra historia similar. 

Por lo tanto, la otra clave importante es:

Tu forma de acompañar esta vivencia en tu hijo e hija.
 

El que gane o pierda no está en tu poder de actuación. Pero en cómo le acompañas emocionalmente sí.

TU ARROPE EMOCIONAL es tu verdadero poder de actuación. 
 

Sé que como madre y padre no es fácil ver a tu hijo o hija que se le hace difícil perder o sentirse menos que el otro. Y sé que puedes tener una gran tentación de quererlo evitar porque sufrimos por ellos. 

Pero es su asunto. Es su propia vivencia. Y tu asunto es arroparle con todo tu amor y disponibilidad para que pueda amortiguar todo ese sentir, le sirva como revulsivo para avanzar desde la vivencia, la aceptación y la transformación. 

Esta es la dirección de su propia construcción de su verdadera autoestima: conocer y aceptar su debilidades y fortalezas.
 

Vale sí, entonces ¿cómo le puedes acompañar emocionalmente?: 

Tu foco de mirada. ¿Dónde está? En el miedo de que no va a poder superarlo, o en la confianza. 

Enfócate en sus posibilidades y fortalezas constantemente. 

Confía en tus posibilidades como madre y padre sostenedor emocional de este asunto. 

Verbalización. Nombra de forma neutral, objetiva lo que ves, la situación. “Veo que has llegado el 2º o después de Pepito y eso te ha disgustado, te ha puesto triste, decepcionado, etc”. 

Aquí lo importante es que centre su propia atención en sí mismo. Que no se desconecte de su sentir. Fundamental e imprescindible. 

Escucha activa. Que ya la has empezado al verbalizar su sentir. 

Es un escuchar sin darle soluciones, sin querer quitarle importancia, sin querer despistarlo y animarle sin aceptarlo. Tampoco sin interpretar, ni juzgar. Así que no hace falta decirle frases como: “estabas hoy cansado”; “es que te has despistado”; “Es que las zapatillas que llevas…”; “pero tu eres más rápido aunque no ganes”; “¿compramos un helado?”; “Bueno, no pasa nada”, “Para otro día tienes que hacer….”, etc. 

Es importante que expresen y se liberen de ese sentir desde su propia libertad. Es lo que le conecta con ellos mismos. Y tu escucha hará que mantenga esa conexión, llegando a sus propias conclusiones, aprendizajes y soluciones. 

Porque lo que más necesitan en ese momento es sentirse escuchados, arropados y sostenidos emocionalmente por ti, madre y padre. Es de donde les llega y le alimentan en estas edades de la infancia, su gran fuerza para recobrar su energía del desarrollo implícito de toda persona de su propia auto-superación desde su propia conexión con una mismo y  la aceptación de sus debilidades y también de sus fortalezas. 

Así que lo que hoy te he querido contar es que, no es necesario fomentar la competitividad.

Pero también, como es una realidad que aunque congenies más con otro tipo de valores contrarios como la cooperación, que desde mi punto de vista es más nutritivo, tu hijo echará mano en un momento dado como una referencia de aprendizaje, como respuesta en algún momento o varios en experiencias sociales. Y lo importante es enfocarte en tu CÍRCULO DE PODER DE ACTUACIÓN, como dice Stephen Covey.

Tu mirada y tu forma de acompañar las vivencias de tu hijo e hija, serán cruciales para que mantenga su conexión de sí mismo, su fuente propia de aprendizaje, auto-conocimieno y auto-superación por el mismo, no por ti ni para ti ni para nadie que no sea él mismo. 

Así que cuida tus miedos y tus posibles creencias limitantes que te llevan a compadecerte de tu hijo, de dudar de sus posibilidades, de pensar de que “y si no puede”, “y si le desvaloran los demás” y si…y si..y si…..Los peligrosos GRANDES ISIDOROS (y si…) que te llevan a actuaciones como “voy a dejarle ganar para que se lo crea y se alimente”, “a tu eres el mejor, el más rápido, ….” porque este mensaje se lo trasmites de una forma más oculta, pero se lo dices. 

Si te enfocas en sus fortalezas, tu hijo e hija también las podrá ver. Y el alimento de éstas, serán las que le ayuden también a superar las debilidades.
 

Todo ello desde tu cercanía, arrope emocional, escucha activa y amor incondicional. Confía en tu poder de actuación. 

Le quieres no por lo que hace o deja de hacer, sino por lo que REALMENTE ES.

Y como recurso final, te cito este cuento: “Mapache quiere ser el primero”, de Susana Isern y Leire Salaberria.  

Así que arropa para que si tu hijo e hija vivencia una competitividad, le acompañes a transformarla en cooperación lo primero, contigo mismo y luego con los demás.

Como decía Alfred Adler, médico psicoterapeuta: «El sinónimo de la salud mental, no es la competitividad, sino la cooperación«.

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