La Navidad es un tiempo de alegría, pero también puede traer consigo una presión inadvertida sobre el comportamiento de los niños. 

Este artículo está dirigido a familias que buscan guiar a sus hijos hacia un mejor comportamiento sin recurrir al exceso de presión, control y autoritarismo, buscando un equilibrio entre la libertad y la disciplina positiva y amorosa.

 

Primera parte: La presión del comportamiento en Navidad

Durante las festividades, es común que padres recurran a personajes mitológicos o de fantasía para motivar un buen comportamiento en sus hijos. Sin embargo, es crucial comprender que un niño que se siente bien consigo mismo, también muestra un comportamiento explorador y curioso, natural en su desarrollo. 

Es peligroso etiquetar sus acciones como estrictamente «buenas» o «malas», ya que esto puede afectar negativamente su desarrollo emocional. Un niño cuyo comportamiento es equilibrado y acorde a su esencia tiende a explorar, preguntar, retar, probar, arriesgarse y confundirse, lo cual es normal y sano, lo que a veces llamamos que “se ha portado mal”. Además, la tensión de recibir más o menos regalos en función del comportamiento puede resultar muy cruel, considerando que un niño actúa lo mejor que sabe y puede.

Más importante aún. El comportamiento de un niño puede ser un indicador de sus necesidades subyacentes. Reconocer y atender estas necesidades —amor, atención, dedicación— es esencial. Como padres, nuestra tarea es acompañar y guiar a nuestros hijos en su comportamiento, nutriendo sanamente estas necesidades. El establecimiento de límites con firmeza y amor no solo fomenta la seguridad emocional, sino que también enseña a los niños a expresar y satisfacer sus necesidades de manera saludable y respetuosa.

 

Segunda parte: Proteger y guiar con Amor

Reflejando la idea de un antiguo artículo «Cuidado que no te van a traer nada los Reyes Magos», es fundamental también proteger a los niños de los mensajes dañinos que relacionan su comportamiento con la recepción de regalos. Como adultos, es nuestra responsabilidad responder a estas situaciones con mensajes de amor y aceptación, mostrando a nuestros hijos que su valor no depende de su conducta o de los regalos que reciben. Esto no quiere decir que se le permita todo tipo de conducta. 

Es vital establecer límites con firmeza y amor, mostrando a los niños que su bienestar personal y el respeto por los demás son valores esenciales. La obediencia basada en el miedo ni el control, no es saludable; en cambio, el amor, la comprensión y el respeto fomentan un crecimiento emocional más sano.

 

Conclusión

Mi deseo para esta Navidad es que los adultos sigamos comprendiendo mejor los comportamientos de los niños, reconociendo las señales de que necesitan nuestra ayuda. Es importante conectar con ellos, establecer límites de manera amorosa y guiarlos para que se sientan seguros y respetados. Asumamos nuestra responsabilidad en este proceso, enfocándonos en el amor y la comprensión, más allá de los regalos y las recompensas.

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