Los deberes escolares pueden crear bastantes controversias en el hogar familiar. Hay padres retractores y otros padres defensores sobre el beneficio de hacer los deberes en casa.

Sin entrar en un debate de un sí o un no sobre hacer los deberes, en este post hablaremos de cómo ayudar a tu hijo con los deberes escolares para que siga motivado y sobre todo, que no sean momentos difíciles y conflictivos que sientan que no se puedan resolver. Lo más importante es que sienta tu apoyo.

 

Cómo ayudar a tu hijo con los deberes escolares

No desautorizar al profesor. Si en el centro educativo le mandan deberes escolares para hacerlos en el hogar, es importante prestar atención a la cantidad y a la calidad de los mismos. Si son excesivos, repetitivos y no hay una actitud favorable para hacerlos, es importante hablar con la tutora responsable. La comunicación favorecerá el entendimiento de ambas situaciones para llegar a un acuerdo que beneficie realmente al desarrollo y bienestar del niño.

Prestar atención desde donde abordamos los deberes: desde el miedo o desde la confianza. Si es una decisión desde el miedo, miedo a que se quede atrás, a que no desarrolle hábitos de estudio, a no aprender conocimientos, etc., ya no es un buen comienzo. Tampoco por acabar el cuaderno o por hacer una comparativa de cuantas más tareas, más aprendizaje. Es importante abordar estos momentos desde la confianza en sus posibilidades y desde sus gustos e intereses.

Respeto a sus cualidades. Tener en cuenta que no todas las personas tenemos que ser buenos en matemáticas, ni en lecto-escritura, ámbitos que suelen preocupar. Lo importante es favorecer el desarrollo de actitudes positivas, desde la aceptación ajustada del auto-concepto, habilidades de autosuperación de sí mismos para enfocarse en las soluciones a sus dificultades.

Respetar sus necesidades. La necesidad del juego, del movimiento, tiempo de ocio, tiempo libre y descanso, son fundamentales también para favorecer la base que favorece todo aprendizaje. Combina los tiempos para favorecer estas necesidades que desarrollan la imaginación y creatividad con las que el aprendizaje se sustenta.

Cuidar los entornos familiares con verdaderas ayudas. Fomentar la curiosidad, realizar preguntas abiertas que guían y ayudan a generar hipótesis, crear ambientes de búsqueda de información para superar las dificultades sin dar la solución, es cuidar el motor de la motivación y la capacidad de autosuperación por uno mismo. “¿Qué será? ¿Cómo se hará esto? ¿Tú sabes?”. Las ganas de aprender de un niño es imprescindible cuidarlo y alimentarlo. Evite dar respuestas y soluciones.

Cuidar las correcciones. Poner el foco de tu mirada en lo que está mal escrito o realizado, no alienta. En cambio pedir la comprobación de lo que realiza, indiferentemente de la forma del resultado, le ayudará a tener este criterio de auto revisión.

Favorecer la responsabilidad de sus propios asuntos. Este logro de asumir las tareas con responsabilidad tiene sus resistencias y su tiempo de desarrollo. Necesita de tu acompañamiento. También desde un permiso al error por decisiones equivocadas. Todos aprendemos por experiencias que no han sido acertadas y sirve de revulsivo para la mejora en un ambiente de un buen trato. Evita el “¿Ves? te lo dije”.

Aprender para uno mismo. La auto-motivación es otro talismán a cuidar. No son las tareas del adulto. Los padres acompañamos y favorecemos la consecución de las mismas. Y para ello, la escucha, conexión, comprensión de sus posibles resistencias para que se sienta entendido, valorado, es lo que favorecerá su participación, la consecución de sus logros, y el bienestar con uno mismo cuando adquiere nuevos aprendizajes. Y todo ello desde el desarrollo de la responsabilidad.

Organización de tiempos compartidos que favorezcan las ganas y la concentración. Mientras el hijo realiza sus tareas, el adulto puede estar haciendo al lado las suyas, como puede ser leer un libro o similar. En el caso de tener más hermanos, buscar una actividad más tranquila como pintar un mandala, puede ayudar a generar este ambiente compartido.

La actitud adulta disponible y presente. Es otro requisito fundamental. “Confío en tus posibilidades, te veo, y todo lo que necesites, estoy aquí para acompañarte”. Todo desde un buen trato y desarrollo de actitudes adultas que sostengan emociones incómodas que expresen frustración, malestar. Momentos en los que más necesitará de tu disponibilidad y presencia.

 

¿Qué hacer cuando un niño no quiere hacer los deberes?

Hay momentos de pereza, resistencia o de sentimiento de incapacidad que pueden expresarse al realizar tareas escolares. Tienes que prestar mucha atención a esta información. Tu forma de mirarlo es lo que te permitirá poder ver lo que es invisible a los ojos, a la información que esconde cada conducta.

Pedir ayuda a otros profesionales. Si la situación va empeorando es importante contar con otra valoración externa. Puede ayudar a descartar o detectar posibles afectaciones funcionales que estén afectando de base, como pueden ser problemas de visión, lateralidad, u otras características neurológicas.

Acompañar con aliento para romper posibles creencias limitantes que pueden estar dañando el auto concepto. Disponibilidad y presencia al 100%.

Encontrar otros caminos para llegar al mismo objetivo. Es importante favorecer y aprovechar contextos significativos que están interesados y situaciones cotidianas que generen la necesidad de resolver tareas. Estos contextos se convertirán en gran promotores de aprendizajes. Algunos de ellos:

  • Mostrar interés en la temática y contenidos que están tratando en el aula. Recoger su esencia para aprovechar a practicarlos con naturalidad en los momentos cotidianos que surjan y realizarlos de otras formas que no los relacionan con tareas.
  • Proponer tareas camufladas donde puede desatar todo el potencial de aprendizaje. Si la realización de sumas y restas le genera un rechazo, proponer una repartición de alimentos entre niños, jugar a tiendas, o vender pulseras o demás objetos creados para conseguir un determinado objetivo, ya sea conseguir comprar un capricho, o ir al salting, les puede generar más motivación e implicación.
  • Participación tareas del hogar. Preparar comida puede ser un momento de pesar cantidades, cuidar las plantas, las mascotas, sus ropas, la limpieza de casa, como forma de responsabilizarse en un clima agradable.

Verbalizar lo que sí que hace y mencionar con aliento lo que le falta con optimismo. Alimentarán su auto concepto para tener una actitud consigo mismo más favorable ante las dificultades.
“Hoy has estado probando de una forma, de otra y has estado pensando una y otra vez.” “Has realizado sumas al contar tus monedas. ¡Cómo estás consiguiendo hacer matemáticas!”.

Calma. No perder los nervios. Cuanto más tensión, más paralización. Dar espacios, tiempos y creación de ambientes distendidos que puede entrar el juego y de reto personal con límites de tiempos holgados. La vía rápida de hacerlos el adulto no son verdaderas ayudas para tu hijo.

Buscar materiales y elementos atractivos. Uno de ellos pueden ser los materiales Montessori. Están diseñados para la experimentación y manipulación sensorial y vivencial por parte del niño. Eso sí, siempre cuidando la actitud de acompañamiento y observación adulta que alienta y fomenta la motivación en los aprendizajes.

 

Consejos para que los niños hagan los deberes escolares

Algunas recomendaciones para fomentar el deseo de hacer los deberes:

  • Actividades motivadoras.
  • Actitud del adulto acompañante que alienta.
  • Fomentar la autonomía relativa con la que le puedes guiar sin hacerle ni resolverle sus asuntos.
  • Escucha para encontrar los momentos ha realizarlos con responsabilidad.
  • Cuidar el nivel de exigencia adulta hacia el niño.
  • Los momentos de juego hay que cuidarlos, ya que son el arma más poderos del aprendizaje.
  • Cuidar la actitud y alimentar una relación favorable ante estos momentos como elemento principal.
  • Escucha activa.
  • Empatía.
  • Alimentar su responsabilidad.
  • Cuidar los descansos. El previo, necesita estar en condiciones favorables para comenzar. Descanso después de venir del centro educativo, no hacerlos después de ver la tele. Descansar cada 20 minutos con algo comida, beber, conversación distendida. Algo que le des tense y no le cueste mucho volver a concentrarse.

Conectar, comprensión, aliento, apoyo, acompañamiento, escucha y demás  ingredientes mencionados, son los las verdaderas ayudas que facilitarán en tu hijo conseguir las conquistas de los aprendizajes.

“Se necesitan más experiencias y menos libros sacados de libros. Lo importante es saber guiar y acercar al niño a la información. Si les motivamos sobre diferentes temas y partimos de sus gustos, ellos mismos van a pedir la información, van a buscarla y a devorarla a cualquier edad”.

Rebeca Presa García. Profesora de Pedagogía Terapéutica.

 

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