Una madre me comentaba que le resultaba más fácil escuchar el enfado de su hijo e hija si el motivo está originado en otra persona que no era ella.
¿Pero si ese enfado está dirigido a ti, madre o padre, por haberle puesto una norma o un límite? ¿Cómo le acompañas para que pueda gestionar ese enfado y llegar hasta el bienestar?
Aquí se complica mas la situación ¿No?
Y es que tu hijo o hija contigo es realmente tal cual es. Por lo tanto, su expresión emocional desde el enfado es mucho más potente contigo que si fuera con un desconocido o con otra persona de menos confianza. Ahí se reprimen más, bueno, si tu hijo e hija es mayor a 4 años.
Para tu hijo o hija, ser tu, persona que le quiere, no entiende cómo no le permites hacer algo que para tu hijo o hija le resulte fácil o agradable. Entonces te conviertes en la bruja o brujo más grande del mundo y te lo hace saber desde su gran enfado contra ti.
Por ello en estas situaciones que tú le estableces algún límite de algo que quiere, su enfado se potencia. Es entonces cuando para él o ella eres su diana y es tu «cabeza la que desearía ser degollada».
Pero quedarse en esa dirección de contra ti, es muy peligrosa. Desde ahí, y sin empezar a canalizar este enfado, la tendencia automática será la de buscar culpables ajenos y quedarse en víctimas.
Y necesitan tu ayuda para poder hacer un viraje de esta dirección de hacia ti, como culpable y empezar a canalizar su propio enfado y conectar con ellos mismos.
Y este es el primer paso para conseguir ser dueños de su emoción desde el permiso de su expresión emocional.
Porque dar el permiso para enfadarse, es permitir la expresión y desagrado de que algo no le ha gustado, o que le ha dolido. Y esa expresión es súper sana y necesaria para comunicarse contigo y consigo mismo. Por lo tanto, es requisito para la vinculación consigo mismo y con los demás.
Su expresión ante algo, su no silencio, su no represión significa evitar la resignación que puede llevar a asumir algo que no está de acuerdo y se deje hacer sin saber establecer límites, ni hacerse respetar.
Además, con esta expresión, le libera de muchísimas emociones tóxicas que se podrían quedar si no acumuladas en el interior generando un gran residuo emocional que pueden dañar hasta el sistema inmune de tu hijo e hija.
El enfado en sí mismo no es dañino. La clave está en aprender a cómo enfadarse para no dañarse a sí mismo ni a nadie.
Pero claro. Esto de mostrar el enfado, no está bien visto, ¿verdad? Mejor, sé obediente y complaciente, no me la líes que ni sé que podría hacer, y ni quiero que piensen que eres un “mal educado” y lo peor, una mala madre o mal padre.
Pues te animo a que mandes al carajo todas esas limitaciones tan dañinas y comienza a permitir la expresión de ese enfado. Yo a esta fase le llamo el “derecho a la pataleta”.
Por lo tanto, repito, con esta expresión emocional a través del enfado, consigue comenzar a gestionar sus emociones y establecer límites consigo mismo y con los demás.
Y aquí está el segundo requisito. Esta expresión emocional no es desde un libertinaje. No.
La segunda clave: Siempre este permiso de la emoción, es desde unos límites muy claros en sus formas de expresión.
«NO TE PERMITO QUE TE HAGAS DAÑO A TI NI A NADIE».
Y una frase corta, concreta, firme y clara para dejar claro este permiso de expresión, puede ser:
“Enfádate todo lo que necesites. Eso sí, dímelo de otra manera que no sea pegándome o rompiendo (algo que no está permitido)…, sin hacerme daño a mí ni a nadie.”
Su emoción es muy intensa y los recursos para gestionarlas, pueden ser muy salvajes si no se contienen. Por ello, la inercia muy habitual es el ir a por ti, pegándote, insultándote o rompiendo algo que a ti te pueda doler.
Mantén tu lugar de adulto que contiene la emoción desde el límite.
No te lo tomes como algo personal. Evitar el ojo por ojo. Respira, céntrate en él y en ella y en tu firmeza con amor para mantener el límite. No te enredes en su enfado.
Y aquí unas propuestas para canalizar estas expresiones de enfado:
Si va a pegarte a ti: Límite físico y verbal, como por ejemplo: «a mí no me pegas, no te lo permito. Puedes darle al cojín o al suelo para decirme lo enfadado que estás (y se le añades aquí lo qué, le verificas que por lo menos, le has entendido, que no es poco)».
Puedes ofrecer otros materiales: romper papel de periódico, dar golpes con los churros de la piscina, a la plastilina, etc.
A veces, no se permiten ni dar a otros objetos. Prefieren darte a ti, pero hay otro mensaje que quiero que no te olvides:
“Hacerte daño a mí, es hacerte daño a ti mismo o misma. Y yo estoy para cuidarte.»
Además de tu propio cuidado con tus propios límites, muestras los valores de no hacer daño a nadie.
Si te insulta, traduce el insulto con un mensaje más completo y asertivo. El insulto es un atajo emocional y si te dice «tonta» en realidad te está queriendo decir que «estoy muy enfadada contigo porque no me has dejado…». Así que le haces esa devolución: «No hace falta que me insultes para decirme que estás muy enfadado conmigo…»
Así que, por favor, deja que se enfade, no quieras acallar esa expresión tan sana y tan necesaria, y muéstrale opciones para expresarlo de forma no dañina. Esa cuestión te la explico en un caso como qué hacer si mi hijo me pega.
Desde mi formación y experiencia de más de 20 años en el campo educativo, te puedo asegurar que la expresión del enfado no genera más violencia.
En cambio, lo que si genera violencia es el enfado reprimido. La no expresión emocional, puede tomar distinto rumbos de forma descontrolada, haciéndose daño a sí mismo, destrucción de los otros, etc.
Así que permite y da permiso a la expresión de las emociones desde los límites es un gran comienzo para el aprendizaje de la gestión emocional ante un enfado. Después, desde la calma y liberación de esa emoción, todo empieza a cambiar.
Necesita aprender a manejar a su dragón interno, conociéndolo y relacionándose con él para convertirse después en su jefe, no en su criado o criada. Ayúdale a ser el dueño o dueña de su vida
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Casi nada, Yolanda.
Recordar nuestra sabiduría e intuición para conectar.
Gracias también a ti. Muakk
Gracias Amaia por el artículo. Leerlo me ayuda a recordar y volver a tener presentes las pautas. Muxu bat!
Gracias también a ti por tu receptividad y por leerlo.
Eso es, centrarnos en los hijos y dejar a un lado las opiniones de otros adultos, es todo un gran reto.
Si nos enfocamos en los otros adultos, nos desenfocamos y nos desconectamos de nuestros hijos.
Gracias Cristina por compartirlo.
Recibido Amaia,
Mil gracias por abordar el tema y por esos grandes consejos!
Y qué importante entender también que a la hora de educar el “qué pensarán?” solo estorba!
Un beso enorme