Una consulta muy frecuente de los padres es qué hacer los niños pegan o muerden cuando se enfadan.  Me imagino que te ha sucedido alguna vez, que cuando le has establecido un límite a un niño, responde con un golpe o mordisco hacia ti o hacia otro niño. Esta respuesta es habitual que surja o vaya a aparecer algún día. Cuando surgen, a los padres nos preguntamos si hay algo que no estás haciendo bien, o de si algo le pasa y no sabes cómo hacer para ayudarle.

En este artículo, quiero invitarte a que puedas entender lo que le sucede a los niños que muerden y pegan, para ampliar tu mirada más allá de la conducta concreta y desagradable del mordisco o golpe. El primer aspecto importante a entender es que realmente no tiene intención de agredir. Hay otros motivos detrás de esta conducta. Y ya con este dato, puedes comenzar a ayudarle de otra manera que genere responsabilidad y no culpabilidad.

Las conductas de niños que pegan, insultan o muerden, realmente corresponden a un comportamiento acorde a su edad. Por lo tanto, son conductas adecuadas de un niño de año y medio a los 4 años y medio aproximadamente. Pero esto no quiere decir que estas conductas de pegar y morder de nuestro hijo las demos por válidas, ni tampoco que nos quedemos ahí, esperando a que dejen de aparecer por sí mismas. Tenemos que actuar, cuando tu hijo de 3 años pega.

Rudolf Dreikurs, de disciplina positiva dice: “Un niño mal comportado es un niño desalentado”.

Por qué algunos niños de 3 años pegan, insultan o muerden

Las causas de este comportamiento de pegar y morder en niños, pueden ser por:

  • Identidad. Antes de los dos años, el niño se ve como un conjunto. Para él, su madre y él, son una misma persona. Pero a partir de los dos años, empieza a verse como una persona diferente. Y su manera de comprobarlo es también desde la experimentación y actitud negativa. Decir que NO y actuar para ver lo que sucede, le va ayudando a construir su personalidad única e individual.
  • Aprendizaje de normas sociales. Es un momento de aprender habilidades sociales que le ayudarán a entenderse con los demás, pero al mismo tiempo, no entiende porque no puede tener algo que le gustaría y más si lo tiene otro niño.
  • Comunicación y lenguaje. Se encuentra en la fase inicial del lenguaje. Hay niños que pueden construir frases desde los dos años, pero otros no lo hacen hasta los 3 años y medio e incluso más. Por lo que poner palabras a sus deseos y necesidades es una dificultad añadida y su forma de comunicarse es a través de estas conductas, mordiscos y golpes.
  • Gestión emocional y desarrollo cerebral. El cerebro límbico, el emocional, está en un momento álgido de desarrollo. Le resulta mucho más sencillo expresarse a través de las emociones que hablando o pensando. Y todavía esta expresión emocional está en el comienzo, por lo tanto, en la impulsividad y descontrol. Controlar la conducta desde el razonamiento le supone un esfuerzo titánico que necesita tu verdadera ayuda para gestionarlo de forma positiva sin dañar su autoestima.
  • Falta de empatía. Está muy centrado y conectado consigo mismo, con sus necesidades básicas. Es su mecanismo de supervivencia para avisar de lo que necesita para vivir. Y todavía no puede comprender del todo, lo que le sucede a la otra persona.
  • Frustración. Escuchar un NO o cualquier otro límite, conlleva un proceso lento de aceptación. Y para conseguirlo, es importante aprender a darle forma a su frustración, eso sí, con tu ayuda y apoyo emocional. Necesidad y deseo son aspectos difíciles de entender para un niño. Él busca el bienestar y placer en todo momento, aunque lo haga desde una meta errónea. Por ello, va a enfadarse cuando no tiene lo que desea.

Estos comportamientos de golpes y mordiscos es una manera de comunicarse con los demás. Puede ser que también esté expresando cansancio, hambre, estrés, preocupación por sentir que no tiene tu mirada ni tu valía, etc. En todos estos casos, siempre piden ayuda para poder gestionar el sentimiento incómodo e intenso que le ha llevado a morder y pegar.

Cuando pegamos y demás conductas reactivas, significa que el cerebro está “destapado o descubierto”, como llama la autora del libro Disciplina Positiva, Jane Nelsen. Esto significa que la parte última del pensamiento, no tiene las riendas y es por ello que el descontrol está en su momento álgido. Por ello es fundamental aprender a “tapar el cerebro” para que las tres partes, reptiliano-instintivo; el emocional y el del pensamiento, trabajen en conjunto y puedan resolver conflictos de forma no dañina.

Es aquí cuando te necesitan a ti, padre y madre, para acompañarles a canalizar esta expresión y comenzar una adecuada gestión emocional.

 

Cómo evitar que los niños peguen

Detener esa conducta del golpe y del mordisco es lo primero, para salvaguardar la integridad física de la otra persona y también la de tu hijo sin miradas acusatorias ni de ira en el adulto.

Y después, salvaguardar la integridad emocional de todos los niños implicados, la de tu hijo y la de los demás, otros niños y la tuya como padre y madre. Es decir, que no alimente creencias limitantes que dañen su autoestima de: “soy un niño malo” y alimente creencias que empoderen: “estoy aprendiendo a hacerlo de otra manera que no haga daño a nadie”.

Poner un límite físico con un mensaje corto y directo: “Así hace daño. Dile lo que necesitas o no te gusta de otra manera”. Y actuar apartando la mano o incluso separarles con más distancia. Eso sí, no desde el enfado, si desde la firmeza y también amor.

Poner un límite incuestionable: “no se puede hacer daño a nadie ni a uno mismo”.

Firmeza y amor siempre en las mismas cantidades. Y para ello, la comprensión de lo que le sucede, de que no está buscando una agresión en sí misma ni de forma intencionada, sino que está expresándose y buscando la vía de conseguir lo que necesita. Esto es muy importante comprenderlo y poner el foco de tu mirada ahí, para seguir conectado a tu hijo y continuar estableciendo los límites necesarios.

Encuentra un contexto calmado. Un momento de parar, de llevar a otro lugar, pero no desde el castigo, sino desde una intención de bajar la intensidad emocional oxigenando su cerebro para que pueda trabajar en su completo. A veces es también cambiar de lugar por un momento a ti también adulto. La presencia de otros padres, puede impedir ayudarle y aumentar tu tensión e intensidad emocional. Por lo tanto, no estarías en condiciones de poder ayudar positivamente a tu hijo porque entrarías en la reacción más que en la respuesta desde un contexto más favorecedor. Evitar miradas acusatorias y poder conectar para buscar soluciones a esta manera de expresar, es importante.

Llegar a identificar el origen del malestar, ese sentimiento incómodo que le tocó al sentirse posiblemente no perteneciente o validado por el otro. Ponerle palabras para que pueda utilizar la comunicación verbal progresivamente y vaya desarrollando habilidades sociales.

 

¿Qué NO debemos hacer si mi hijo de 3 años me pega?

  • Reaccionar desde el descontrol y enfado. Adulto espejo emocional y coherencia.
  • No tenemos que mostrar venganza ni culpabilidad para que aprenda. Nadie aprende a ser mejor persona y adquirir conductas sociales positivas, desde el malestar o hacer daño emocional como escarmiento. Es una incoherencia decir que no se puede hacer daño haciéndolo, desvalida el mensaje y confunde en la acción y conducta deseada.
  • Actuar desde la incomprensión de lo que ha sucedido. Querer cambiar la conducta sin saber qué es lo que le ha sucedido previamente, es un trabajo ineficaz e insaciable.
  • Gritándole y pegándole. Es mostrar una gran incoherencia. Si haces y dices mensajes diferentes y contradictorios, tu hijo imitará lo que haces.
  • Exigirle que nunca más vuelva hacerlo. Además de que haces una falsa promesa, ofrece dos mensajes que no ayudan. Uno es no dar cabida al error como aprendizaje. Y el segundo mensaje erróneo, que le dejas de amar si lo vuelve a hacer. Así que ambas, producen mucho dolor y no ayuda al esfuerzo y cooperación que se necesita del hijo.
  • Poner sólo el foco de atención en la conducta disruptiva del mordisco y el golpe, olvidando los logros que también está haciendo.
  • Desconfiar en el cambio y cooperación. Dándolo por perdido, desde la resignación y sin ver las posibilidades de desarrollo que puede adquirir.
  • Dejándole pegar y moder a tu hijo o no darle importancia al acto. Pensar que es algo de la edad y que el tiempo por sí mismo lo cambiará, dejándolo sin la ayuda del adulto que necesita, es un gran error.
  • Tomarlo como algo gracioso que da risa. Ver con tranquilidad que se defiende no le favorece para establecer relaciones sociales saludables. Además, ver que puede tener una atención y mirada del adulto, puede alimentar esta acción de golpear y morder.

 

¿Cómo actuar si mi hijo está pegando o mordiendo a otros niños?

  • Separarles a los niños para asegurar la integridad física y emocional.
  • Establecer momentos de calma con el niño para poder hablar y escuchar.
  • Responder con serenidad, firmeza y amor. Sin culpabilizar, sin castigar y sin amenazar.
  • Mirar a los ojos.
  • Que cada uno exprese y escuche. ¿Qué ha hecho …que no te ha gustado? ¿Qué necesitabas?
  • Validar los sentimientos de cada uno.
  • Transcribir el código del golpe: buscando la comunicación que les ayude a poner nombre a la necesidad o malestar. Postura neutral que media el conflicto. No hace de juez ni de persona que da lecciones de lo que hay que hacer.
  • Preguntas abiertas para que encuentren las palabras y significado de lo ocurrido.
  • Llegar a otra manera de actuar, como si se rebobinase la escena y volviera a comenzar de otra manera respetuosa. Finalidad: entenderse, respetarse y estar a gusto.
  • Comprobar que la otra manera es la respetuosa para ambos.
  • Reparar de alguna manera la acción, por ejemplo, echándole crema para curarle, estar al lado para mostrar su disculpa. Todo sin culpar ni humillar.

 

Mi hijo me grita e insulta, ¿qué debo hacer?

Hay preguntas que son difíciles de responder. Es el caso de ¿qué debo hacer si mi hijo me insulta o me pega? A continuación voy a tratar de darte una respuesta con la que encuentres las herramientas para saber cómo actuar.

  • No tomarlo como algo personal. Tu autocontrol es un gran modelo de coherencia y aprendizaje.
  • Conexión y límite.
  • Permitir el enfado, limitando los golpes. Aprender a enfadarse es un gran reto al que puede alcanzar, tanto adultos como hijos.
  • Limitar la conducta sin dejar de expresar tu amor por él.
  • Ofrecerle otras opciones para expresar su ira y enfado.
  • Fomentar la comunicación y la escucha. “¿Ha habido algo que he hecho y no te ha gustado?”. Me lo puedes contar de otra manera.
  • Llegar a la calma para encontrar los momentos adecuados de entendimiento y escucha.
  • Rebobinar la escena y búsqueda de soluciones.
  • Con paciencia y constancia. Es un entrenamiento diario que cada día puede haber avances, aunque sean pequeños y parezcan invisibles.

 

Cómo ayudar al niño a controlar su agresividad

  • Verbalizar las acciones que sí que hace, le ayuda a poner el foco de su atención e intención.
  • Prevención, anticipación. Por ejemplo cuando se junta con un amigo y tiene juguetes nuevos que le acaban de regalar: “Carlos tendrá juguetes nuevos que posiblemente te gusten. Igual no está preparado para compartir por tenerlos poco tiempo. Así que puede que te los quiera dejar o puede que no. Si no quiere, ¿qué puedes hacer?”.
  • Mensajes claros y directos. Lo que se espera de él. “Puedes pegar a la pared, suelo..a los demás no”.
  • Acompañamiento. Respeto con coherencia.
  • Ser un modelo a imitar controlando tu conducta de agresividad, también le enseñas.
  • No amenazas ni de que se vaya cuando esté enfadado ni de irte tu tampoco para que no lo relacione con no sentirse amado cuando más lo necesita. Acompañarle para que pueda sentirse seguro que puede sacar su enfado y agresividad sin hacer daño, es una garantía para él y es el comienzo para hacer las paces con el mismo enfado y aprenderlo a gestionar de forma eficaz y positiva.

 

Recursos de disciplina positiva para niños que pegan

Juego de “Cambio de roles”. Jugando a hacer “como si….”. Puede ser que el niño se convierta en padre y el padre en niño y aprovechar a imitar estas conductas para que el niño empatice con la situación, pueda darte información de cómo está y pueda poner en marcha soluciones.

Objetos de desahogo que puedes ofrecerlo con opciones limitadas. “Puedes golpear al cojín o al suelo”. “Puedes sacar tu enfado rompiendo este papel o haciéndolo bolas”.

Crear un lugar muy cuidado para tener un “tiempo fuera positivo”, herramienta de disciplina positiva. Pero no es un lugar ni para pensar, ni para apartarlo del momento de juego como castigo.  No. Es un lugar al que se le invita a ir: “¿Crees que te vendría bien ir a….?”. Es un lugar muy protegido y creado previamente por toda la familia para acudir a él cuando lo necesitan. Puede haber música que ayude a transformar las emociones, imágenes que evoquen momentos agradables. Y le podéis poner un nombre, por ejemplo: playa, monte, etc.

La mesa de la paz. Otro recurso de Montessori que tiene su símil con el anterior en cuanto a no ser lugar de castigo ni de obligado cumplimiento. Se ubica en lugar luminoso y tranquilo en el que puede ir sólo, por ejemplo, cuando se note que se está empezando a alterar, o puede ir con más personas con las que ha tenido un problema. Puede ser momentos de silencio o de habla-escucha. Dependiendo de la situación. Es importante colocar objetos que ayuden a la calma, por ejemplo, un reloj de arena, un cuadro de arena que se mueve y cambia de forma, jardín zen para hacer dibujos, un collar de cuentas, frascos de cristal con agua y brillantinas, piedras suaves de río, una campana que se puede tocar cuando haya llegado a la calma. Es muy interesante, si hay ganas de compartir verbalmente lo sucedido, expresar sin dañar, reprochar ni insultar para ir canalizando los sentimientos. Es momento de entenderse, de expresar cómo se han sentido y de enfocarse también en las soluciones.

El cuento de Vaya rabieta, de Mirielle d´Allancé, lo recomiendo muchas veces, pero yo cambio el mensaje  que su padre le manda a la habitación, por la decisión del niño de irse al lugar de la calma porque se está notando muy enfadado. Cambia mucho este pequeño detalle. Pero lo demás, es muy interesante la forma de mostrar que cada uno somos los dueños de nuestras emociones y somos los que decidimos qué hacer con ellas.

Cuento de Tengo un volcán, de Míriam Tirado y Joan Turu. Menciona la respiración como herramienta para la calma. Aunque a mí me gusta también combinarlo con el permiso al enfado para expresar y sacar el malestar y después sí, la respiración. Es importante no reprimirse emociones y sí aprender a transformarlas desde la expresión.

Cuento de Cuando estoy enfadado, de Tracey Moroney.  Es muy interesante leerlo a partir de los 3 años. Menciona el comienzo de cómo ser “amiga del enfado” y la responsabilidad de qué puede hacer.

 

Vídeo mi hijo me pega y me muerde ¿Qué hago?

A continuación doy mi opinión en un vídeo de disciplina positiva para niños que pegan.

¿Cómo te puedo ayudar en las situaciones que tu hijo pegue o muerda?

La manera y la actitud en el acompañamiento adulto para favorecer verdaderas ayudas en momentos de tensión de los hijos son claves. Condiciona en gran medida el éxito y la gestión de estos momentos, para que cada niño pueda recoger su gran aprendizaje sobre sí mismo, sobre el otro y desarrollar habilidades sociales de vida. Y a partir de ellas, puedes o no fortalecer el vínculo y la relación con tu hijo o puede que, por lo contrario, vayas favoreciendo pequeñas distancias en momentos tan delicados para tu hijo.

Nadie nace aprendido, siempre merece la pena aprender a cómo acompañarle cuando más te necesita y evidenciar más adelante, por ejemplo, en una adolescencia, puede contar contigo cuando lo necesita.

Así que yo siempre recomiendo ponerse en manos de un profesional para aprender a responder y no reaccionar ante estas situaciones, y a conectar, entender el mensaje que expresa los niños para poder hablar y limitar las conductas. Límites con la misma dosis de amor y firmeza tiene su proceso de aprendizaje que merece la pena aprovecharlo para construir con la menor destrucción posible. Te puedo ayudar con mi asesoría familiar a familias.

Asesoría familiar

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