La educación y crianza de los hijos es un tema muy intenso y bonito al mismo tiempo. Y va aumentando su belleza a medida que aprendes a gestionar conflictos, a matizar formas de relación desde el respeto, confianza que favorecen vuestros vínculos.

Todas las acciones que realiza un padre y una madre están llenas de buenas intenciones. Eso es una premisa importante a tener siempre en cuenta. Lo que es importante saber realmente el para qué y a dónde te lleva cada acción que realizas con tus hijos. Sobre todo a largo plazo para llegar todos juntos, familia, al lugar de bienestar deseado.

Cuanta más claridad tengas en estos criterios de la educación, mejores condiciones educativas familiares podrás establecer desde la seguridad y coherencia que puedes alimentar cada día con tus hijos. Entiendo perfectamente, que en muchos momentos no te resulte sencillo, ya que cada hijo requiere que te adaptes a unas necesidades concretas por carácter y personalidad.

Voy a tratar el tema de los errores en la educación de los hijos, un problema que observo todos los días. Un tema que me parece muy importante tratar y destacar los errores que considero más prioritarios, para parar, reflexionar y seguir afinando.

La  crianza y la educación diaria de nuestros hijos es una maravillosa labor responsable que se decidiste realizar. Así que te ánimo a crecer juntos con todo tu gran aprendizaje.

Estos son los mayores errores educativos que probablemente estés cometiendo con tus hijos a día de hoy.

Error 1: No poner límites claros y su manera de establecerlos

Los padres de la actualidad, somos hijos de la era del autoritarismo y se nos nota. Pasamos de un extremo a otro como un péndulo, o nos podemos poner muy exigentes y de repente, muy laxos en los límites.

Se nos hace muy difícil poner límites válidos y mucho más complicado, la forma de mantenerlos sin dañar la relación ni la autoestima del hijo. Y lo que te animo es a seleccionar los fundamentales para comunicarlos con respeto y asertividad, de manera que genere las ganas de cooperar en tu hijo y de aceptarlos.

Y para ello, es fundamental establecerlos con la misma dosis de firmeza y la misma de amor. Si uno de los dos ingredientes es menor, vamos a uno de los lados del péndulo mencionado. Es decir, si la dosis de firmeza es baja y el amor más alto, el péndulo educativo se va al libertinaje. Y si la dosis de firmeza es alta y la dosis de amor baja, te vas al autoritarismo.

Así que te animo a que afines el equilibrio de tu péndulo educativo y te quedes en la autoridad con la misma dosis de amor y firmeza, que se consigue con mucha atención, dedicación y practicando.

Error 2: No regañes en publico

En muchos momentos se nos olvida que al decir algo no agradable para tu hijo, por ejemplo una transgresión de norma o límite, no tenemos ni que dejar claro ante otros adultos tu actuación ni mostrar que estás atento o atenta, ni sus variantes.

A veces también se hacer con la “buena” intención que es más garantía de “escarmiento”, como para que se esfuerce por evitarlo la próxima vez. Pero el dolor no facilita ni las ganas de cooperación ni desarrollo de actitud favorable para asimilar el aprendizaje sano que quieres trasmitir. Es importante que la conversación sea para los implicados. Cada uno a sus asuntos. Es una manera de mostrar respeto y empatía para los hijos.

Error 3: Dar discursos y argumentos demasiado largos

Cuando hablas y hablas, sobre todo desde dando la lección o la solución, no le ayudas a quedarse con el mensaje importante que necesita probar y experimentar. Además, el mensaje sutil cuando se le da la solución es que “tú no sabes hijo, yo ya sé y te lo hago saber”. Si uno habla mucho, el otro o escucha o se desconecta, dependiendo el interés.

El niño necesita primero sentirse escuchado para poder aprender de sí mismo y al mismo tiempo, aprender a escuchar al adulto. Así que, por edad y características de niño, necesita que el adulto hable menos y escuche más.

Error 4: Tomarse las cosas como algo personal

Cuando ponemos el foco sólo en nosotros adultos sin comprender el motivo que le ha llevado a hacer algo al niño, es cuando perdemos la mayor parte de información y no comprendemos el porqué. Es entonces cuando nos lo cogemos y le damos la explicación de: “me está poniendo a prueba”; “me ha ido a dar”, “me está buscando el enfado”, etc.

Cuando un niño hace o dice algo dañino, realmente no tiene intención de hacerte daño. Su intención y mensaje es de “¡¡Necesito ayuda!!; “Necesito sentirme perteneciente y validado porque soy un niño”, aunque no sea la mejor manera de expresarlo, te animo a descifrar el código secreto para conectar con él, recoger también tu propia información del botón personal que se te activa, y después, hablar de las formas adecuadas de comunicar.

Error 5: La forma de animarles y estimularles en su desempeño de conductas

Pasamos también de un extremo a otro. Del decir constantemente un “muy bien”, a no decir nada o poco. Y la manera de comunicarlo también es clave. Porque lo que necesita es aliento, estímulos positivos, no elogios, ni alabanzas que compren obediencia para ti.

Y para ello es importante no introducir ni juicios, ni manipulaciones que inviten a cambiar por los demás, en este caso al padre o la madre, que generan desconexión de uno mismo, su propio criterio se pierde y se fortalece una dependencia emocional de aprobación constante externa.

El mismo “muy bien” elogia sin concretar a lo que te estás refiriendo. Sí, me dirás, se da por sabido. Y yo te respondo, no es tan obvio para el niño. Es muy diferente decir “muy bien” y por ejemplo, “eres un niño tan bueno”; que animarle diciendo “Vaya! He visto que has guardado los juguetes cada uno en su caja”; o también “gracias por tu ayuda cuando estábamos… (y la concreción objetiva de la situación)”.

Error 6: No prestar atención a sus emociones y sentimientos, ni su tiempo suficiente

Cada vez observo más intención de poner atención a lo que siente el niño y es algo positivo. Pero al mismo tiempo no es suficiente.

Necesitan más tiempo de atención y conexión porque lo solemos hacer corriendo, con prisas, con ganas de buscar ya las soluciones y saltamos rápidamente este gran paso de conexión que repara realmente a nivel interno emocional y ayuda a transformar sus emociones incómodas desde el alimento de sentirse escuchado y amado.

Es lo que realmente necesita el niño en sus momentos duros: validar sus emociones desde la conexión y escucha.

Error 7: No estar presentes y disponibles con tus hijos

Es muy habitual creer que estamos presentes y disponibles con los hijos por centrarnos en las horas que podemos estar con ellos.

Pero de todas las horas, no estamos presentes ni disponibles en su gran cantidad de tiempo. Por un lado, porque también hay otras labores y que haceres, por ejemplo del hogar y demás, en las que no puedes y no beneficia tampoco dejar de hacerlas. Pero quitando esos quehaceres obligatorios, el tiempo de hijos, es muy habitual estar con cuerpo presente pero la mente en otras preocupaciones. Y esto tu hijo lo percibe y no alimenta su valía.

Te animo a buscar y encontrar 10 minutos al día como mínimo, para estar aquí y ahora, en el presente, con cada hijo. No hace falta que te impliques en su juego. También sirve observar como juega, con nuevos ojos, con admiración, gozo y disfrute.

Error 8: No predicar con el ejemplo y darle ejemplos incoherentes

Este para mí es mi aliciente de desarrollo personal que han supuesto todos los alumnos y niños con los que me he relacionado.

Te animo a que te establezcas una premisa fundamental: cada día aprender a ser un gran modelo a imitar por tu hijo y al mismo tiempo, digno de ser imitado. Y con atención, la coherencia en tus mensajes aumentará y cambiará de decir/hacer: “Dejar de chillar!!!, chillando a “no pegues y controla tu genio” desde nuestro propio enfado. “No hagas daño a tu hermana” (tratándote mal castigándote, o agarrándote fuerte del brazo, chillando, etc.) a “Quietos un momento” (y actuar desde la separación física con firmeza y amor para mediar la escucha entre los afectados y llegar a la solución de su conflicto).

De lo que dices a lo que haces, además de haber en muchos momentos grandes diferencias, tu hijo siempre va a recoger lo que ves que haces y dices. No se trata de ser perfectos, sino humildes buscando una mejora constante para sentirnos mejor con nosotros mismos y con nuestros hijos.

Error 9: Castigos, chantajes, amenazas, chillos, y todo tipo de acciones que quieran comprar obediencia o alimentar el miedo para impedir que hagan algo

Sé que cuando llegas ahí, es porque realmente te sientes sin recursos y no quieres permitir dar por alto una conducta o acto en tu hijo.

Pero con eso no quiero que te quedes y lo asumas con resignación. Hay millones de maneras de generar buenas conductas sin tener que comprar obediencia o generar miedo que daña la relación y la autoestima.

La gran tendencia de hacer daño cuando lo hacen ellos como mejor manera de aprender es un grave error. Y a esto se añade el miedo a ser demasiado laxos y parecer que estás premiando las conductas que justo no facilitan una sana convivencia y/o su propio desarrollo personal.

A los niños es mejor ganarlos desde la conexión, comprensión, límites con firmeza y amor, para favorecer la cooperación con respeto en ambas direcciones, de los niños a padres y de padres a niños.

Error 10: No darle explicaciones claras

Hacemos de nuevo, sin darnos cuenta, muchos atajos comunicativos como por ejemplo: “¡Párate!, ¡Ya vale! ¡Basta!, o sin levantar la voz, decir, “respeta a tu hermana” “se amable”, etc.

Además de no ser claros en lo que realmente estás diciendo, aunque parezca que esté claro el mensaje, es mejor concretar y dejar claro las pautas y la responsabilidad que se necesita para comportarse de alguna manera desde la cooperación.

Es mejor decir lo que sí que está permitido hacer y dar opciones, como por ejemplo: “te veo que estás nervioso y estamos en un lugar que se necesita tranquilidad, estar andando normal o despacio, hablando bajito…”; “Para en las baldosas rojas antes de la carretera para pasar todos juntos (bueno, evidentemente esto si es un momento de entrenamiento y aprendizaje y no de riesgo)”; “Deja de dar golpes fuertes a tu hermana” o “Tu hermana te está diciendo algo que no quiere que hagas y es importante no pasar esa línea roja que te está poniendo (respeto)”; “Me gustaría que me hablaras suave o normal, que me pidieras en vez de exigir o mandar (amabilidad)”.

Error 11: No dejarlo hablar y explicarse

Nuestra propia gestión de enfado, sensación de injusticia ante algo, agotamiento por desesperación, nos saca una gran energía que puede arrollar en la comunicación.

Además, podemos dar por hecho lo que nos va a contar y nos adelantamos a lo que creemos que nos va a decir sin decirlo, sin dar nuevas oportunidades. Dejemos que nos cuenten sus versiones, permitamos esta comunicación sin arrollar estos momentos para que siga deseando compartir contigo algo que necesita.

Aunque tu hijo tenga menos de 3 años, créeme si te digo que la adolescencia está más a la vuelta de la esquina de lo que parece. Encontrar un equilibro en las comunicaciones de hablar y escuchar es fundamental, teniendo en cuenta que el niño está aprendiendo a escuchar y lo aprenderá mejor cuando se sienta escuchado.

Error 12: Sobreprotegerlo. Hacer por ellos lo que ya pueden hacer.

Compadecernos de los hijos ante las dificultades y hacer por ellos lo que pueden hacer, aunque sea con esfuerzo, aunque no lleguen en ese momento a la meta u objetivo deseado, es otro grave error.

El cuidado constante de la actitud favorable del hacer, aunque cueste, aunque tenga que pasar por el error y frustración que eso conlleva, es fundamental para superar las adversidades de la vida, ya sean pequeñas, grandes o medianas. La actitud del hacer no tiene precio y sólo se desarrolla haciéndola, practicándola y asumiendo su propia responsabilidad en las mismas.

En cambio, si como padres asumimos como nuestro algo que les corresponde a los hijos, es cuando les invadimos su espacio de la acción, y acabamos saboteando esta gran oportunidad de desarrollar esta actitud, como protagonista responsable de lo que le corresponde.

Así que es diferente acompañar desde la confianza en sus posibilidades, desde la espera, el permiso al error, a la aceptación de sus maneras propias de un niño que está aprendiendo que ofrecer falsas ayudas que realmente no le ayudan.

Vídeo 10 Errores en la educación de los hijos

¿Cómo te puedo ayudar en los errores educativos que probablemente estés cometiendo?

Te puedo acompañar para ampliar tu mirada en las posibilidades que puedes poner en práctica en el día a día con cada hijo.

Ocuparse del hoy, te libera preocupación en el mañana. Actuar hoy desde los primeros pasos de los objetivos familiares que persigues, que me aventuro a adelantar que deseas el bienestar de tu hijo, consigo mismo de forma individual y socio familiar, te llevará a ese lugar.

Y no sólo te acompaño para que tu práctica educativa esté enfocada y lleven a esos objetivos, sino que también, por el camino, puedas y podáis disfrutar de estos momentos únicos de crianza familiar, con una gran sonrisa, placer y plenitud al haberla disfrutado. Porque puede que lo que hoy des por válido porque aparentemente funciona, formas de obedecer, por ejemplo, llega a esos objetivos deseados.

Me refiero concretamente a los castigos dañan la autoestima y la relación. Puedes establecer otras maneras respetuosas que favorezcan la cooperación desde la responsabilidad y autonomía necesarias. Ese es un gran trabajo al que te puedo acompañar si tú quieres.

Siempre es un buen momento para seguir aprendiendo, afinando y mejorando las mejores posibilidades de relación y de desarrollo que puedes regalarte a ti como persona, y a tu hijo e hija.

Todos se pueden beneficiar en este camino para aprender con y de los hijos, y seguir adquiriendo aprendizajes de vida y para la vida. Casi nada.

Asesoría familiar

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