Rojo, amarillo y verde, la técnica del semáforo es muy sencilla para realizar con niños. Esta herramienta de aprendizaje, tiene como objetivo aprender a controlar los impulsos y que gestionen las emociones de una forma adecuada. El niño conseguirá transformar las emociones incomodas en conductas asertivas que les ayudaran a respetarse a sí mismo y a los demás.

Es muy importante la actitud del adulto en su puesta en práctica, para no  relacionar esta técnica del semáforo con el castigo ni con la represión de emociones incómodas. El objetivo es crear una relación de amistad y liderazgo con las emociones, ya que todas son fundamentales y necesarias.  La diferencia está en el cómo y en el cuando expresas cada emoción.

 

¿En qué consiste la técnica del semáforo?

La técnica del semáforo consiste en acompañar a tu hijo e hija de las emociones intensas y descontroladas, a otras intensidades que pueda gestionarlas más fácilmente, para recuperar el bienestar personal y social. Por lo tanto, es una herramienta de gestión emocional desde la comprensión y canalización de la emoción. Identificando el estado emocional en el que tu hijo se encuentra para relacionarlo con lo que puede hacer en cada momento por los colores de un semáforo:

  • Color rojo del semáforo, parar.
  • Color amarillo del semáforo, pensar
  • Color verde del semáforo, actuar.

Según en qué estado esté tu hijo, será más apropiado hacer unas conductas que otras. Por ejemplo, en el rojo no puede pensar, ni escuchar, ni llegar acuerdos, ni de actuar de forma sensata. Con tu acompañamiento, le vas guiando para que recorra su camino emocional, del rojo al verde, pasando por el amarillo, recogiendo el aprendizaje de cada situación, de una forma responsable, conectiva, firme y amorosa.

Es todo un gran reto por ejemplo, aprender a enfadarse para respetar a los demás. Y no sólo a los demás, sino a respetarse y a cuidarse a sí mismo. Todas las emociones son necesarias y las necesitamos utilizar de forma adecuada. De este aprendizaje de gestión emocional, podrá lograr establecer los límites ante las demás personas que no le estén respetando, o llegar a la calma en una biblioteca o en el momento de ir a dormir.

 

Aprender a controlar las emociones con la técnica del semáforo

En los primeros años, recuerda que necesitará de tu ayuda cercana por sus características de su desarrollo cerebral, ya que no tiene frenos inhibitorios cuando está en una emoción intensa. Por ello, es importante comenzar con la identificación de los distintos estados emocionales en que tu hijo se encuentra, relacionándolo con los colores del semáforo y con guía de actuación diferente en cada uno para ir canalizando las emociones de un color a otro, más concretamente del rojo al verde.

El estado del color rojo, si el estado del niño es de rabia, nervios, enfado, ganas de pegar a alguien, etc. se puede identificar este estado con un grado de control muy bajo o nulo. En este estado, lo importante es identificar sin culpabilizar esa emoción. “Estás enfadado, perfecto, o te entiendo, o tienes todo el derecho a enfadarte”, es decir, cualquier pensamiento positivo relacionado con estas emociones para que no sea el objetivo ni castigarlas ni reprimirlas, ayuda.

Es momento de parar. Puede ser en un tiempo fuera positivo, como tenéis más explicado en este otro artículo sobre el rincón de la calma o también, expresar la emoción incómoda con límites de firmeza y amor para bajar su intensidad y la pueda comenzar a gestionarla.

El estado del color amarillo, es cuando las emociones empiezan a agitarse o ya han bajado de la intensidad del rojo. Ya están identificadas y tiene más control. Es el momento de enfocar en las soluciones. Ya puede pensar y reflexionar sobre cómo se siente y qué puede hacer. Por ejemplo contar hasta un número, respirando, cambiar de actividad, ir a jugar con la mascota, etc.

El estado del color verde, es el momento de poner en práctica la solución o la vía en la que es el niño el jefe de sus emociones y no a la inversa. Ya está en situación favorable para gestionar lo sucedido de forma asertiva, aprendiendo de sus emociones, creando amistades con ellas mismas para que se conviertan en grandes aliadas, no en sus enemigas.

 

¿En qué casos podemos usar la técnica del semáforo?

La técnica del semáforo las puedes poner en practica en todos los momentos que sientes que tu hijo está reaccionando con una intensidad emocional creciente. Son momentos en que la respuesta está más fuera de control. A partir de los 3 o 4 años, es cuando pueden comprender el funcionamiento del semáforo. Además, lo pueden relacionar con el mismo funcionamiento del semáforo de tráfico.

Pueden ser en muchos momentos que hemos identificado como estados rojos, por ejemplo en enfados reactivos, nervios o miedos, alegrías y demás emociones que están fuera de sus posibilidades para regularlas por sí mismos. Es aquí cuando estas intensas emociones son las que dirigen las conductas, sin pasar por la reflexión ni decisión.

Cuando veas a tu hijo en un estado rojo, ayúdale a parar y establecer lugares seguros para poder canalizar su expresión, ya sea dando golpes al suelo si está enfadado, saltando si está nervioso, chillando si está contento, abrazado si está con miedo.

O si su emoción no ha llegado a su intensidad más elevada y puede actuar para bajarla directamente, le puedes acompañar para que la transforme directamente a otra emoción que la compense. Por ejemplo, si está nervioso, agitado, alegría descontrolada, puedes guiarle en unas respiraciones, cambiando el lugar donde se encuentre, mencionando y describiendo lo que ves y siempre desde tu compañía para establecer límites con firmeza y amor.

 

Juego para aprender la técnica del semáforo

Antes de ponerla en práctica en su área emocional, es interesante jugar de forma simbólica a caminos con semáforo. Comenzar con juegos de sencillos a más complejos. Por ejemplo, para comprender los efectos de los colores desde la vivencia, puede ser desde un juego simbólico y libre que hagamos de coches que circulan por casa u otro lugar. En algún lugar de paso, colocar un semáforo con los tres colores.  El rojo para parar, amarillo para pasar rápido o buscar otra solución, como puede darse la vuelta por otro lugar y verde para seguir ese paso del camino.

Más adelante, o si tu hijo ya tiene más de 4 años, puedes introducir más variables en un camino creado. Tu hijo puede ser el coche que va atravesando ese camino, esta vez con obstáculos, con lugares peligrosos como puede ser alturas más altas en forma de precipicio. En cuanto se acerque por esos lugares, poner el semáforo amarillo y si ves que está arriesgando con peligro, semáforo en rojo.

Una vez comprendida desde el juego estos colores, se puede incorporar el color amarillo en forma de distintas herramientas de ayuda que puedes incorporar en el camino para superar los lugares peligrosos y demás obstáculos, como por ejemplo: linternas, cuerdas, muelles, anda-botes, cintas y todo lo que se os ocurra.

Si tu hijo participa en la creación de este camino, las posibilidades aumentarán considerablemente. O también es muy interesante que un hermano le prepare su camino a otro y jugar entre ellos, con o sin adulto.

 

Ejemplo de la técnica del semáforo aplicada a los niños

Después de vivenciar desde el juego con los semáforos, lo podemos llevar a la vida cotidiana. Siguiendo con el ejemplo del enfado descontrolado, cuando está en la zona roja, el objetivo es parar. Y lo puedes hacer de dos maneras según el nivel de intensidad.

Si el enfado del niño está en un momento muy elevado, ir a un lugar seguro para poder expresar y sacar su enfado sin hacer daño a nadie. No es el momento de pensar, ni de apenas escuchar, ni razonar. Es un momento explosivo de liberación emocional. Es importante que en este momento haya siempre una presencia adulta que acompaña y guía, no haya intención de castigo alguno, ni puede haber enfado del adulto. El mensaje importante sería: “enfádate lo que necesites sin hacer daño a nadie”.

Si su nivel de enfado es inicial, parar, nombrar y cambiar de actividad. “Veo tu frente arrugada, tu mandíbula apretada, la mano que está tirando cosas, etc. Paramos para salir de esta zona roja.  Después hablaremos de lo que no te ha gustado o enfadado. Ahora podemos dar un baño, hacer unas respiraciones, bailar una canción preferida, sacar unos globos, papeles de periódico, etc. Estamos preparando para entra en la zona amarilla.

Cuando ya la intensidad del enfado sea bajo, es el momento de comunicación. Ya puede pensar, escuchar, hablar y por lo tanto, buscar soluciones a lo sucedido. Y cuando ya tenga la solución, entra en la zona verde. Es interesante verbalizar sus logros describiendo también lo que sí que hace para ser más consciente de lo que está consiguiendo.

 

La técnica del semáforo es eficaz para adultos

Es muy eficaz también utilizar esta técnica emocional para el adulto. Si la aprende a utilizar, conseguirá evitar actuar desde las reacciones de la zona roja. Así que en cuento te veas que se te está apoderando la situación, estás en zona roja. Es el momento de parar o buscar un lugar para expresar tus emociones de forma segura.

  • La eficacia de la técnica para los adultos tiene muchas ventajas:
  • Mayor control de tus emociones y menos expresiones de conductas descontroladas y desproporcionadas.Mayor coherencia y mayor fuente de imitación para tu hijo.
  • Mejores condiciones para acompañar en la gestión emocional de tu hijo.
  • Menos enredos emocionales con los asuntos de tu hijo, y por lo tanto, menos probabilidades de acabar todos enfadados.
  •  Seguir aprendiendo a gestionar las propias emociones y sus expresiones.

 

 

La técnica del semáforo para el acompañamiento emocional del niño

Con esta técnica del semáforo y tu actitud, puedes ayudar a tu hijo a ser el jefe de sus propias emociones, ser el que decide qué hacer con ellas y elegir que conductas quieres expresar. Realmente es una preparación para vivir desde la responsabilidad y desde el gran aprendizaje de su gestión emocional. Y para progresivamente vaya incorporando sus propias herramientas, necesita de tu gran ayuda.

A veces puede resultarte complicado adaptarte a los momentos, a tu situación concreta, al carácter de cada hijo, a su momento evolutivo concreto, y demás aspectos importantes a tener en cuenta para hacer un gran acompañamiento y aprendizaje de todas sus ventajas. Por ello, siempre puedes acudir a un profesional especialista en acompañamiento guiado emocional, para conseguirlo desde la seguridad y confianza. Desde Kaizen Familia, puedo ayudarte con mi acompañamiento familiar.

 

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